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En un templo de esports, hasta el más pintado se vuelve creyente

esports en Katowice 2018

¿Son los esports un deporte? Esa es una de las preguntas que parece estar de moda para legitimar a los deportes electrónicos es esa. Parece que los esports necesitan que se les considere deporte para tener validez de cara al gran público. No vale que se den datos de las horas de entrenamiento, los sacrificios de los jugadores, que necesitan su propio equipo de fisioterapeutas por el desgaste muscular que provoca la competición y los psicólogos deportivos para ''mimar'' las cabezas de los jugadores.

Todo lo que necesitas saber de los esports

Los esports desgastan, pero parece que no es lo suficiente para meterlos en el saco del deporte, algo de lo que sí puede presumir el ajedrez, por ejemplo, considerado como deporte para el Comité Olímpico Internacional. Sin embargo, puede que no haya que preguntarle a un agente externo si los esports son, o no, deporte. Es más, puede que a los propios jugadores no les importe, ya que ellos saben perfectamente a lo que juegan y dónde están.

Hace unos días asistimos al Intel Extreme Masters de Katowice, uno de los mayores eventos del calendario de los deportes electrónicos y, cuando vas a un torneo de estas dimensiones, te das cuenta que, efectivamente, puede que los esports no estén dentro del saco de los deportes, pero tienen todo lo que hace grande al deporte.

No hay League of Legends, ni Call of Duty, ni Fortnite. StarCraft II, Dota 2 y CS:GO son los juegos que la Intel Extreme Masters Katowice 2018 usó como reclamo para que decenas de miles de personas se acercaran, otro año más, a la ciudad polaca. Katowice tiene cerca de 300.000 habitantes, aunque, según los locales, las cifras rondan los 250.000 de forma ''perenne''. Durante la Intel Extreme Masters de los últimos años han visto cómo la población aumentaba un 50%. Y es que, si en 2016 fueron algo más de 110.000 asistentes a la IEM, en 2017 la cifra se quedó en 173.000 asistentes a uno de los eventos de esports más grandes del mundo.

Diccionario para entender los esports

Aún estamos esperando las cifras de asistencia del IEM Katowice 2018, pero, a ojo, hubo mucha, mucha gente. Y todos tenían el mismo objetivo: disfrutar con la competición, pero también con los videojuegos. Un evento de esports no suele ser algo aislado y va acompañado por una serie de marcas que muestran sus productos. La realidad virtual tuvo gran protagonismo esta edición (no en vano se compitió en los dos juegos VR Challenge de Oculus e Intel) y los asistentes pudieron probar diferentes juegos y experiencias en todos los dispositivos de VR.

También hubo espacio para juegos retro (no tenía precio ver a chavales jugando en uno de los más clásicos ordenadores de Apple a Doom o StarCraft), concursos, firmas de autógrafos y competiciones paralelas de juegos como Overwatch o Dragon Ball FighterZ. Sin embargo, lo más importante es la competición y estas zonas de ocio solo estaban ahí para que la espera entre partido y partido fuera más llevadera.

Respeto, competitividad y emoción, eso son los esports

Es curioso que hable de respeto cuando, en España sin ir más lejos, hemos vivido episodios bochornosos en grandes finales de Call of Duty, con jugadores insultándose y forzando a los árbitros a parar el encuentro por el ''espectáculo'' que estaban dando. Sin embargo, por lo general, los grandes torneos de esports son entornos muy sanos en los que los jugadores, incluso jugándose una morterada de dólares, mantienen la cabeza fría con el rival. 

Juegan en equipo, se emocionan, gritan y, claro, sueltan algún ''C'MON'' cuando salvan una jugada impresionante, pero nunca lo hacen con intención de ''atacar'' al rival. Van a su partido y ambos equipos están, en todo momento, separados por un murete que impide distracciones. En StarCraft son algo más fríos, pero ese respeto está ahí, un respeto máximo por el rival que acaba en saludo cuando termina el encuentro.

Los creadores de League of Legends ensalzan los eSports como deporte

La emoción está en otro sitio, en la grada. Y aquí es donde, realmente, te das cuenta de lo grandes que son los esports. Son famosas las fotos de los estadios llenos con miles de personas animando y emocionándose cuando pasa algo espectacular en la partida y, precisamente, es igual que en un estadio de cualquier deporte tradicional. Puede que no os guste, por ejemplo, el fútbol, pero si vais a un estadio, aunque os de igual el resultado, os contagiáis por el ambiente.

Ver a miles de personas gritando, animando, cantando y soltando exclamaciones ante las buenas jugadas es algo que puede que no compartas durante los diez primeros minutos, pero cuando llevas 20, a lo mejor te sorprendes soltando un alarido ante un gol, canasta o, por qué no, un headshot imposible en Counter Strike. A mi me gustan los esports, me gusta ver League of Legends, Overwatch League y CS:GO, pero los tengo en una segunda pantalla en casa y, cuando voy a un evento en España, el ruido de las competiciones adyacentes no me dejan disfrutar plenamente del partido.

En un escenario como la IEM, es totalmente diferente. Ya sea en el auditorio de StarCraft II o en el Spodek, el coliseo en el que se jugó toda la fase final de Counter Strike: Global Offensive, no podía dejar de mirar a la pantalla, a los jugadores y, sobre todo, al público. Faze Clan terminó perdiendo la final (una final de 8 horas, algo que no debería permitirse), pero eran los ''locales'' y la gente gritaba el nombre de los jugadores y del equipo en cuanto tenía la oportunidad.

Efectivamente, el público, como en cualquier otro deporte, jugó su partido y le comió la moral a más de un jugador rival. Y sin utilizar, en ningún momento, palabras malsonantes. Hacían la ola, chistes, coros y, en definitiva, creaban un ambiente en el que hasta el más pintado habría participado. Me imagino, perfectamente, a alguien a quien no le gusten demasiado los videojuegos y, por descontado, los esports, asombrándose y levantándose con el ACE que se marcó Faze Clan en la final.

No es difícil imaginar este escenario debido a que el ambiente se va apoderando de ti poco a poco, jugada a jugada y, cuando estás metido de lleno en el partido, es difícil desconectar. Es un sentimiento complicado de explicar que, seguro, entenderéis los amantes de otros deportes que pensabais que todo se veía mejor desde casa hasta que pisáis un estadio por primera vez. Y este evento de Intel y ESL es, posiblemente, el mejor bautizo que podéis tener en el mundo de los esports.

No todo es perfecto...

Sí, hablo de lo bueno, ensalzo el sentimiento y esos ''valores del deporte'' que van de la mano con los esports, pero eventos así también tienen su lado negativo. Es complicado no darse cuenta de a quién intentan conquistar en la zona en la que se pueden probar videojuegos. Esa ''cultura gamer'' más propia de hace unos años que de ahora está muy presente. Las azafatas (todas mujeres) son objetos que algunas marcas colocan para deleite de los chavales, viéndose situaciones bastante vergonzosas con algún asistente.

Se intenta conquistar al público más joven con luces brillantes, literal y metafóricamente, para que consuma, y el comportamiento en esta zona es muy diferente al que se puede vivir en las zonas de competición profesional. Puede que se deba llevar ese respeto que se respira en el terreno de competición profesional al resto del evento, aunque eso es tarea de cada marca y de su estrategia para atraer al consumidor.f

Otro gran problema tiene que ver, estrictamente, con la final de Counter Strike. Comenzó un domingo a las 17:00 y no tuvimos ganador hasta las 00:00, más o menos. Muchas horas de final que provocó que el Spodek acabara medio vacío antes de saber qué equipo se convertía en campeón y la culpa la tiene un elemento, la mesa de análisis. Entre mapa y mapa, los asistentes tuvimos que asistir a 45 minutos de análisis sobre lo que acabábamos de ver, algo que alargó de forma innecesaria una final muy emocionante que se fue desinflando hacia el último tramo.

Lo que está claro es que Katowice es una ciudad que se transforma en los días que dura la Intel Extreme Masters. Es una ciudad muy gris, con calles extrañas y una cultura muy diferente a la nuestra, pero dentro del Spodek Arena se respira algo diferente. Parece que todos los que estamos dentro hablamos el mismo idioma. Y es que, al final, nos encantan los videojuegos y la competición.

eSports en Katowice 2018

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