Crítica de Bienvenidos a Edén, la serie con la que Netflix quiere replicar el éxito de Élite... y que trae sorpresa final

Parece que la especialización de Netflix en series juveniles es cada vez más evidente con productos que quieren llamar, sobre todo, la atención de los ávidos consumidores de productos como Élite, aunque lo haga con ficciones muy diversas, como la luminosaHeartstopper o la más morbosilla Los Bridgerton. El abanico es amplio, pero el target bastante concreto.

En el caso que nos ocupa esta semana, Bienvenidos a Edén, la nueva serie de Netflix tiene la suerte o la desgracia de coincidir con el estreno en Prime Video de la segunda temporada de The Wildscon la que comparte algunas similitudes notables en lo que se refiere a la trama. De ella os hablaremos en breve más extensamente.

En cualquier caso, también puede traeros a la mente elementos de series como Nueve perfectos desconocidos o The White Lotus. Al final todas ellas hablan del lado macabro de lo que parece un retiro idílico.

Os contamos por qué: Bienvenidos a Edén nos presenta a Zoa, una adolescente que vive con su hermana pequeña Gaby y lidia con una madre adicta y un padre casi siempre ausente. Un buen día recibe un mensaje en su terminal móvil: es una invitación para asistir a una exclusiva fiesta en una isla paradisiaca organizada por la Fundación Edén con la que prometen hacerla feliz y darle un giro a su vida.

Aunque su mejor amiga no ha recibido esa misma invitación, ambas deciden saltarse las normas para conseguir que se cuele y vivir una noche de ensueño, pero las estrictas medidas de seguridad no les ponen las cosas fáciles. Tras mucho insistir, consiguen entrar en el barco que las desplaza hasta un lugar desconocido.

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La noche transcurre, tal y como imaginaban, como un sueño... literalmente. Porque las bebidas que les proporcionan en la isla hacen que pierdan la noción del tiempo y el control de sus actos. A la mañana siguiente, la amiga de Zoa ha desaparecido y la mayoría de los jóvenes que fueron con ellos a la isla han regresado al punto de partida.

Entonces, ¿qué hacen Zoa y un pequeño puñado más allí todavía? Ella no lo sabe aún, pero forma parte de un exclusivo y reducido número de elegidos para integrarse en la Fundación Edén, auspiciada por el extraño matrimonio compuesto por Astrid y Erik. 

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Misterio, un entorno priviegiado y todos contra todos

Empezar a ver Bienvenidos a Edén es como abrir una bolsa de pipas: sabes que si te pasas te van a sentar mal, pero es imposible seguir zampando hasta terminarla entera, aunque sea de medio kilo.

Así pues, su principal ventaja es que es tremendamente adictiva y que, a pesar de no contar con un presupuestazo de locura, consigue mantener el interés hasta el final gracias a los cliffhangers finales de cada episodio... ¡Con un aliciente extra! Se le añade a la trama principal alguna pincelada que podría desembocar en un tono fantástico que le iría genial. Tarda en romper, pero promete.

No os vamos a mentir tampoco: hay momentos que se pueden pasar en 1.5x y no pasaría nada, porque hay una tendencia casi natural en el relato a meter morcillas importantes, como líos amorosos de relleno y una preocupación enfermiza por la diversidad en las relaciones, que son todo lo explícitas que pueden ser (a nuestro pesar, porque no aportan nada).

En lo que se refiere a la realización, hay que decir que la serie explota bien sus recursos para tener su propia personalidad. El aspecto diáfano y austero de las instalaciones de la fundación, contrasta con el férreo control de la seguridad, llevado a cabo mediante cámaras, drones y jeeps. Esto nos lleva a tener muchos planos aéreos pero también subjetivos de los personajes.

La paleta de colores también queda muy bien definida por los uniformes de sus integrantes que varían de los tonos azules a los verde agua (recuerda de forma inmediata a los chándales verdes de El juego del calamar, aunque en este caso hay muchísima más variedad).

En general, en este sentido, la serie tiene claro que quiere ser moderna. Quizás hasta se pasa de vueltas en esta ambición apostando por unos estilismos muy elaborados, recargados y poco naturales y por relaciones muy abiertas y cambiantes en las que todo puede pasar... Éste es un aspecto predecible, pero los guiones se recrean mucho en ello, con algunos momentos muy videocliperos.

Lo bueno es que Bienvenidos a Edén tiene margen para mejorar y para aportar... Desde el casting hasta la dirección de actores, que a veces parecen estar haciendo la guerra cada uno por su cuenta. Le falta fuerza al guión, coherencia en conjunto, enjundia a los personajes y credibilidad a las interpretaciones.

Si Netflix hace del estreno una probeta de ensayo, se dará cuenta qué aspectos puede mejorar en la fórmula y, decididamente, apostar menos por el drama juvenil y los líos de cama y más por una premisa fantástica, puede darle un toque mucho más original y apetecible a la serie.