Irati es un sueño hecho realidad gracias a un creador único: está detrás de ella el genial Paul Urkijo que ya nos deslumbró con la originalidad de Errementari y que vuelve por su fueros con una obra de fantasía épica en la que encontramos ecos de obras maestras como Excalibur o Conan el bárbaro, que marcaron un antes y un después en el género a comienzos de los 80.

Es muy difícil encontrar películas como ésta y menos aún dentro de la producción española, no solo por su tono (alejado de la habitual serie B en la que suelen moverse a poco que el diseño de producción no esté a la altura), sino por el amor que destila hacia la tierra retratada.

¿Por qué no alimentar nuestras películas con historias autóctonas acudiendo y ampliando nuestro propio acervo cultural? En un género muy diferente, el policiaco, es lo que ha hecho Patxi Amezcua en Infiesto y el resultado ha sido muy positivo. Aquí el caldo de cultivo se presta mucho más a introducirnos en un mundo fantástico aunque pegado a la tierra de Urkijo explota con verdadero acierto.

¿De qué trata Irati?

Irati nos traslada en el tiempo al siglo VIII, momento en el cual el cristianismo se extiende por toda Europa haciendo que las creencias paganas se vayan desvaneciendo poro a poco. Ante el avance implacable del ejército de Carlomagno atravesando los Pirineos, el líder del valle pide ayuda a la diosa ancestral Mari, personificación de la Madre Tierra.

De esta forma, mediante un pacto de sangre, consigue derrotar a su enemigo, eso sí, entregando su vida a cambio. Antes le hace prometer a su hijo Eneko que protegerá a su pueblo y lo liderará con astucia en la nueva era que está por llegar.

Con la madurez llega el momento de afrontar esa promesa cumpliendo una misión: recuperar el cuerpo de su padre, enterrado de forma pagana junto al tesoro de Carlomagno.

A pesar de haber abrazado la fe cristiana, Eneko no dudará en su cometido y contará con la ayuda de una enigmática joven con la que se adentrará en un inhóspito bosque para cumplir su empresa.

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Todo lo que tiene nombre existe

Irati, inspirada libremente en "El ciclo de Irati" de Juan Luis Landa y Jon Muñoz " y en otras leyendas y sucesos históricos como la batalla de Roncesvalles, cuenta con un equipo técnico de renombre formado por Nerea Torrijos al frente de vestuario, Mikel Serrano director de arte, Maite Arroitajauregui y Aranzazu Calleja al frente de la banda sonora, todos ellos ganadores de un Goya por Akelarre.

Otro de sus puntos fuertes de la película (hasta llama la atención que no se hayan alzado con el Goya por su trabajo) es el trabajo de David Heras y Jon Serrano, encargados de los efectos especiales, y ganadores del Goya por Handia, y el de Gorka Gómez como director de fotografía.

Irati, de hecho, consigue imágenes imposibles y nos introduce en la naturaleza con una imaginería visual desbordante y sin perder nunca un sello estético muy particular que nos lleva a experimentar de forma creíble todo cuanto nos ponen frente a la cara.

Las localizaciones son un personaje más en esta aventura y tienen una fuerza abrumadora por su increíble belleza y aparente estado salvaje. La película se ha rodado en lugares de Araba, Gipuzkoa, Bizkaia, Navarra y Huesca en la que se insertan elementos mágicos de la mitología vasca como diosas y lamias.

Uno de los restos a los que se ha enfrentado la película es el de salir adelante apegándose al máximo a sus raíces culturales, de ahí que se haya rodado en euskera como lengua principal y cuente con un reparto de la zona en el que destacan Eneko Sagardoy, Nagore Aramburu e Itziar Ituño, quien también formó parte de otra joyita en forma de fábula titulada Todas las lunas.

Irati es por tanto una película contundente, fiel a sí misma y a lo que pretende, honesta y artesanal: un trabajazo en el que se ha unido un montón de talento delante y detrás de la cámara.

Es una cinta que no se debe dejar escapar, aunque nos obligue a quienes no sabemos euskera a leer subtítulos. Es un pequeñísimo esfuerzo comparado con la experiencia que nos brinda esta soberbia y hermosa película.