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Crítica de La Puerta Mágica, una de fantasía nostálgica que no despliega todo su potencial

La puerta mágica

Crítica de La Puerta Mágica, película de aventuras y magia con el espíritu juvenil de las primeras películas de Harry Potter, con Sam Neill, Miranda Otto y Christoph Waltz en el reparto.

La Puerta Mágica, una producción de Stan y Sky estrenada originalmente en streaming en Australia, Reino Unido y Estados Unidos, intentará en España robarle alguna sala a Flash, Spider-Man o Transformers el próximo 23 de junio.

Toda una osadía de la distribuidora DeAPlaneta en medio de un mes de junio saturado de franquicias, superhéroes y multiversos: si estás harto del cine de Hollywood a medio cocer, esta aventura ligera con aires de Harry Potter, Narnia o Roald Dahl es un caramelo de sabor agradable. Aún a riesgo de resultar empalagoso.

J.W. Wells & Co, guardianes del destino

La Puerta Mágica (The Portable Door) está basada en la primera de una serie de novelas fantásticas y de humor del escritor inglés Tom Holt, que no se han editado en español. 

The Portable Door fue publicada en 2003, como la primera de siete novelas que giran en torno a la firma J.W. Wells & Co., una empresa que usa la magia y las dotes de adivinación de sus empleados para controlar el destino.

¿Alguna vez habéis conocido a una persona o habéis tomado una decisión que os ha cambiado la vida, fruto de lo que aparentaba ser una casualidad, como un encuentro fortuito en el metro? 

Es muy probable que detrás de esas casualidades se encontrara J.W. Wells & Co., una empresa que se atribuye estar detrás de las mayores invenciones y acontecimientos de la historia mundial, unos "guardianes de la historia", como la AVT de Loki, aunque dejando tantas incógnitas por resolver que da la sensación de que los autores de la adaptación al cine ni siquiera tienen la respuesta.

La Puerta Magica

En esta historia conocemos a Paul Carpenter (Patrick Gibson) y Sophie Pettingel (Sophie Wilde), dos becarios que entran en la empresa, aparentemente, fruto de las casualidades, pero que pronto descubrirán que están involucrados en una conspiración que afecta a las cabecillas de la empresa, Dennis Tanner (Sam Neill) y el director Humphrey Wells (Christoph Waltz).

Quieran o no (es cosa del destino), ambos serán la clave para resolver el enigma, en el que la susodicha "puerta mágica" acaba siendo un simple MacGuffin, una puerta que te permite desplazarte a cualquier parte del mundo que desees.

La Puerta Magica

La libertad infinita que les da esa puerta (que tarda un buen rato en aparecer en la trama) es lo que instiga el romance entre los dos becarios, bastante soso y un tanto materialista (el amor solo florecerá cuando empiezan a viajar gratis a las localizaciones más exóticas).

Pero al menos proporciona algo de magia antes de pasar a un nudo y desenlace bastante atropellado y poco vistoso (de vez en cuando pasa un bebé dragón que deja con ganas de más), con efectos especiales simples y funcionales pero muy poco ambiciosos (se trata de una película destinada a televisión en la mayoría de mercados).

La Puerta Mágica sí que tiene mucho encanto en la dirección artística y la recreación de una empresa que parece congelada en el tiempo, llena de personajes rocambolescos que cobrarán sentido (casi todos) al final, y una banda sonora de Benjamin Speed que se viene muy arriba con los coros y aporta la sensación de aventura "larger than life" incluso cuando la trama o las imágenes no lo consiguen.

Pero no todo funciona. Los dos actores jóvenes no derrochan carisma precisamente, y Neill, Waltz y Miranda Otto (de la similar en espíritu serie de Sabrina y por supuesto El Señor de los Anillos) parecen bastante desganados, aunque al menos el actor de Jurassic Park se dejó el sentido del ridículo en casa y disfruta bastante de su papel.

En muchas ocasiones, te sentirás tan desubicado viendo esta película como su protagonista, navegando en la incertidumbre de su primer trabajo (y su primera amor). 

Tarda mucho en poner el foco en algo que enganche de verdad (el romance y las intrigas burocráticas), y cuando lo hace la trama y los personajes evolucionan a trompicones, de forma muy poco orgánica y nulo sentido del ritmo.

La Puerta Mágica

Da la sensación de que hubieran extraído capítulos del libro y los hubieran filmado directamente, sin poner mucha atención en que todo fluya en una misma dirección y, con la intuición de que por el camino ha perdido cualquier subtexto o sátira que pudieran tener los libros originales.

En su lugar, copia los códigos de películas de fantasía con las que crecieron gran parte del público millenial o boomer pero que, probablemente, ignorarán por completo la existencia de esta película fuera de su tiempo, y estarán pensando en la nueva de Marvel (o en Barbie).

Una puerta mágica que no va a ninguna parte

Al final, el mayor problema de La Puerta Mágica es que no sabe a quién va dirigida

Es apta para todos los públicos, pero no funciona como una película infantil ni juvenil: carece de la magia en pantalla (y dinero suficiente) para hechizar a un público joven como lo hiciera Harry Potter o Narnia en su momento, y probablemente se sientan aburridos.

Quizás sean los adultos quienes más disfruten de esta película por su componente nostálgico, aunque sus casi dos horas que dura, que se hacen largas, también se pueden hacer bola. Aquí hay material para seis películas más, pero no deja señales de que quiera iniciar una franquicia.

La Puerta Mágica es un entretenimiento refrescante en medio de un inicio de verano con tantas películas ruidosas de franquicia, pero a veces resulta alarmantemente poco ambiciosa, la historia es muy difusa y sus personajes no dejan huella.

VALORACIÓN:

Como potencial primera entrega de una saga de fantasía, La Puerta Mágica no se va a ganar muchos fans. Los nostálgicos del cine de fantasía de una época más inocente la apreciarán por sus sensibilidades artísticas (diseño, música), pero el tratamiento de historia y personajes son muy insatisfactorios.

LO MEJOR:

Una película de fantasía llena de inocencia y creatividad, con una gran banda sonora y con Sam Neill sin miedo a hacer el ridículo.

LO PEOR:

Las intrigas burocráticas y el romance se desarrollan de forma bastante torpe, carece de un objetivo claro y no sabe a qué público dirigirse.
Hobby

60

Aceptable

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