ATENCIÓN: Este artículo no está recomendado a menores de 18 años. Repasamos la historia detrás del Hentai, el arte pornográfico de Japón que ha sido objeto de críticas y censura, pero que cada año crece más en popularidad en todo el mundo.
Pensar en hentai hace que, por sistema, nuestro cerebro tienda a pensar en "anime porno". Teniendo en cuenta la evolución del género, es algo normal.
Sin embargo, este polémico, aunque prolífico género erótico, tiene mucha historia a sus espaldas. En cierto modo, tiene tanta historia como la pornografía en sí. Si sois de los que pensaban que antes del cine X no existía este mercado, estáis muy equivocados.
Para ilustrarnos sobre la dilatada historia del hentai, vamos a recurrir al repaso magistral que Marklenon1227 recopiló en Reddit hace unos años.
Hay que remontarse al siglo VIII d. C. para recabar los orígenes del erotismo ilustrado en Japón. Conocidas como shunga, estas ilustraciones representaban a personas realizando actos sexuales.
Merece la pena destacar que, antes del periodo Edo, la sexualidad en Japón no se veía con especial pudor. La gente no tenía tendencias a escandalizarse por determinados comportamientos, especialmente los plasmados en el arte.
La cosa cambiaría con la llegada del shogunato Tokugawa, cuando se introdujeron una serie de reformas que censuraban las publicaciones de corte político o que "perturbasen el estilo de vida japonés".
Tened en cuenta que los años de implacable mandato del clan Tokugawa vio la persecución de cristianos en Japón por parte del shogunato, entre otras cosas. Vamos, que no se andaban con medias tintas.
A pesar de los cambios que fue experimentando Japón con los siglos, a través de la restauración Meiji y demás, la cosa no cambió demasiado para el shunga, que seguía vivo a través de la clandestinidad. Claro que una cuantiosa multa o acabar en prisión por la exhibición de este tipo de arte era lo que deparaba a cualquiera que infringiese la ley.
UNA GUERRA QUE CAMBIÓ JAPÓN PARA SIEMPRE
Todo cambió el 2 de septiembre de 1945. El emperador Hirohito firmó el acuerdo de rendición ante las fuerzas aliadas y el Imperio colonial japonés inició un proceso de cambios que incluye la constitución firmada en 1947.
La nueva constitución incluía menos poderes para el Emperador de Japón, así como una fuerte influencia internacional que incluyó la abolición de la censura y la libertad de prensa y expresión.
Esto dio alas al regreso del shunga, pero lo hizo influenciado por los nuevos estilos que empezaban a brotar en el archipiélago. Y es que son los años en los que el "Dios del Manga", Osamu Tezuka (Tezuka Osamu) empezó a despuntar.
Tezuka fue una influencia innegable para que el shunga evolucionase, abandonando los rasgos realistas de los personajes y adoptando una estética similar a los personajes de los mangas como Astroboy o Kimba, el león blanco.
A pesar de las nuevas leyes, la censura seguía latente en Japón, aunque muy suavizada. Sin embargo, esa censura haría que, en parte, el incipiente hentai mutase unas décadas después.
ADAPTARSE... O PAGAR
Las leyes japonesas, aunque laxas, siguen representando una amenaza para el hentai. El auge del hentai a lo largo de la década de 1970 hizo que el gobierno afinase con sus legislaciones.
Una de las normativas prohíbe o controla la publicación de materiales obscenos como las relaciones sexuales femeninas y el vello púbico. Esta es, en parte, la razón por la que prolifera tanto la censura de los genitales en las obras de hentai, ya sea mediante pixelados u otras técnicas.
En 1986. Toshio Maeda (Maeda Toshio) cambió el compás y consiguió doblegar la normativa al introducir monstruos en sus obras. A él se le atribuyen los primeros hentai con monstruos tentaculares, robots y monstruos cuya fisionomía no coincide con la de los humanos.
También existen regulaciones que prohíben determinados títulos, pero que son fácilmente obviadas por los creativos autores con títulos con fonologías similares.
Con el auge de las nuevas tecnologías, el hentai ha proliferado más allá de lo estrictamente impreso. Desde series o películas de animación a videojuegos, este género japonés sigue causando fascinación y rechazo en todo el mundo.
Muchas de las obras de artistas en la red, conocidas como dōjinshi (obras autoeditadas) pertenecen a este género, síntoma de que, guste más o menos, tiene un mercado de consumo amplio.
Por supuesto, el mundo del hentai tiende a meterse en berenjenales por agenciarse personajes de franquicias de manganimes como One Piece o Dragon Ball y meterlos en sus tramas, con el consiguiente circo en los tribunales.
También ha protagonizado polémicas como el tema de las Lolicon. Los hentai que representan a menores de edad se convirtieron en el objetivo de diversas organizaciones de defensa del menor.
No deja de ser curioso que Japón, un país con tantos contrastes, repleto de tradición y modernidad a partes iguales, haya vuelto tan popular un género que, a priori, cabría esperar que estuviese mucho más marginado.
Pero bueno, hasta Nintendo cuela de vez en cuando un juego hentai en su eShop de Switch, aunque sea "sin querer queriendo".
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