La animación de Pixar cada vez es más impecable, pero ¿han perdido magia sus historias o nos siguen encantando?
Desde la primera película de Toy Story hasta Elio, Pixar ha intentado hacer que su cine destaque en la narrativa y en la animación, pero ¿lo ha conseguido?, ¿lo seguirá haciendo?
Los muñecos de todo el mundo comenzaron a cobrar vida gracias a Toy Story, los armarios dejaron de dar miedo gracias a Monstruos, S.A., el cine de superhéroes se hizo más divertido y familiar gracias Los Increíbles y la cocina francesa nos empezó gustar gracias a Ratatouille, ¿pero Pixar todavía nos emociona?
Cuando hablamos de Pixar hablamos de innovación, tanto a nivel tecnológico como a nivel narrativo, y esa es una filosofía que se sigue intentando perseguir desde el estudio a día de hoy aunque hayan transcurrido casi 40 años desde su creación.
Pixar nació como una división de Lucasfuilm especializada en la creación de gráficos por ordenador que acabó desvinculándose de ella para crear sus propias producciones.
Curiosamente, aunque en aquel momento empezaron a operar de forma independiente, tanto Lucasfuilm como Pixar acabarían bajo el mismo paraguas de Disney tras las compras que llevaría a cabo la empresa, pero eso ocurrió varias décadas más tarde.
Los primeros trabajos de Pixar
Las aventuras de André y Wally B. fue el primer cortometraje de Pixar, publicada en 1984. A día de hoy parece rudimentario en todos los aspectos de su animación, y lo es comparado con las producciones más recientes del estudio, pero ya estaba a la vanguardia aplicando procesos innovadores como la introducción del desenfoque de movimiento en una animación digital.
Aunque, si este cortometraje sigue funcionando en la actualidad, es por su forma de contarnos la historia, por el dinamismo de la acción y la expresividad de sus personajes. Pixar iniciaba con él una era dorada de los cortometrajes de animación, y produjo varios cortos emblemáticos como Luxo Jr. (1986), con el que presentó a su icónico flexo.
Fue poco después, en 1995 con Toy Story de John Lasseter, cuando Pixar marcó un antes y un después en la historia del cine. Toy Story fue el primer largometraje de animación en 3D jamás creado, que por méritos propios acabó recibiendo varios premios Óscar antes de que existiera una categoría como tal a Mejor Película de Animación.
¿Sus claves? De nuevo volvían a ser la combinación de un apartado visual rompedor con una historia efectiva, a las que se sumaba cada vez con más fuerza un poderoso componente emocional, un leit motiv que hemos visto repetido y mejorado en sus siguientes trabajos, tanto en largometrajes como en cortometrajes.
Las peores películas de Pixar
Pixar ha desarrollado historias que nos han llegado hasta lo más profundo del alma, tocando temas tan universales como el amor, la amistad, o la pérdida desde perspectivas muy acertadas, a través de personajes con mucho carisma de los que es fácil encariñarse.
Por este motivo, sus películas consiguen dejar huella de manera instantánea, al tiempo que perduran en nuestra memoria para que las sigamos recordando años después.
Una nostalgia de la que se lleva aprovechando desde Toy Story 3 (2010) -y no mencionaré la segunda parte porque esa responde al éxito inmediato de la primera-, explotando varias de sus franquicias más queridas sin fracasar en el intento pero demostrando vaguería en la apuesta por ideas originales.
Pixar nos ha enseñado que puede hacer secuelas tan atractivas como Buscando a Dory (2016), o tan prescindibles como Cars 2 (2011) o Monstruos University (2013). Porque aunque haya tenido muchos proyectos intachables a lo largo de su trayectoria, hay varios que se han quedado a medio camino, y ya no hablo sólo de segundas partes.
El viaje de Arlo (2015) fue un trabajo estupendo para poner a prueba su capacidad para crear entornos hiperrealistas, pero que fracasaba en la presentación de su mundo y al mostrar el conflicto de sus protagonistas, en una película tan sosa que sólo valía como un bonito wallpaper.
O su producción más reciente, Elemental, que aun en sus intentos por tratar el racismo acababa cayendo en los tópicos románticos de siempre, con un worldbuilding demasiado similar a Zootrópolis aunque se hubiera trabajado en la implementación de unas texturas complejas para sus personajes de agua y fuego.
Ahora toca echar la vista al futuro y cruzar los dedos, pues ya conocemos la hoja de ruta de Pixar para los próximos años, en la que continúa repitiendo el mismo patrón de lanzar secuelas de sus producciones más potentes intercaladas con ideas originales, entras las que seguramente tampoco faltará algún que otro cortometraje nuevo, como su reciente Uno mismo (2024).
Del revés 2 es la gran apuesta de Pixar para este verano, una secuela tardía, demandada desde el lanzamiento de la película original hace casi una década, que a pesar de todo parece que volverá a levantar pasiones. El año que viene recibiremos Elio, en la que un niño se convierte en el embajador galáctico de la Tierra para un grupo extraterrestre.
Y, por último, en 2026 nos espera la quinta entrega de Toy Story, una franquicia que se resiste a pasar página y a la que Pixar se sigue aferrando a pesar de que Andy abandonara a sus juguetes hace mucho.
Pixar está a tiempo de seguir emocionándonos, si es capaz de mantener ese buen equilibrio, que en ocasiones se ha tambaleado agudamente, entre innovación tecnológica y buena narrativa, cuidando de no abusar de la nostalgia.
En los últimos años, Pixar acertó presentando ideas originales con Luca (2021), pero fracasó insistiendo en la fórmula Toy Story con Lightyear (2022), ¿lo logrará conquistarnos esta vez con Del Revés 2 y Elio?
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