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Crítica de Blue Giant, una película de anime sobre el amor al jazz que falla en su animación

Blue Giant

Yuzuru Tachikawa nos trae una adaptación para la gran pantalla de Blue Giant, el manga de Shinichi Ishizuka sobre tres jóvenes que forman una banda de jazz.

En astronomía, el blue giant, o gigante azul, es una estrella que arde tanto en el firmamento que se vuelve azul. En la nueva película de Yuzuru Tachikawa, basada en la obra de Shinichi Ishizuka, es también como denominan a grandes jazzistas, pero a la propuesta le falta azul.

Hace unos pocos años, Masaaki Yuasa lanzó un atrevido largometraje, más atrevido si cabe que sus anteriores trabajos: Inu-Oh, una suerte de relato de origen sobre el teatro noh que se alejaba de los convencionalismos en su aspecto visual y ritmo narrativo.

Abandonando la que parecía ser la historia principal para desarrollar obras sarugaku completas durante varias secuencias de la película, en las que primaban la puesta en escena y las interpretaciones musicales. Blue Giant hace algo parecido con el jazz.

La cinta de Yuzuru Tachikawa nos habla sobre las diferentes inquietudes de un grupo de jazz compuesto por tres músicos.

Un joven prodigio que aspira a ser el mejor artista de jazz del mundo después de llevar tres años tocando el saxo, un pianista que sueña con interpretar en el prestigioso So Blue después de toda una vida luchando por ello, y un batería incipiente que quiere pasar un buen rato con sus amigos.

Los conciertos de Blue Giant son su mejor virtud y su peor defecto

Blue Giant

La historia de esta improbable banda se va tejiendo y consolidando a través de sus conciertos, que añaden por primera vez música y color a las páginas de Shinichi Ishizuka durante unas interpretaciones que se apoderan de la pantalla durante varios minutos volviéndose las auténticas protagonistas, al igual que pasaba con las de Inu-Oh.

Su imagen hipnotiza con el buen acabado en la animación 2D, en la que se incorporan elementos como la rotoscopia para conferirle realismo a movimientos delicados como el de los dedos de las manos sobre los instrumentos.

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O el uso constante de una iluminación cargada de brillos y reflejos que acentúan ese paralelismo con la estrella ardiente, provocando contrastes con las marcadas sombras que realzan el dramatismo que acompaña a la narrativa y a la apasionada interpretación de esa música compuesta por Hiromi Uehara para la película.

Los números se vuelven cada vez más intensos y aportan una visión original a la música que sólo es posible en animación: la pantalla se baña cambiando su estilo artístico, nos transporta a un espacio de sinestesia, o se vuelve tan minimalista que unas gotas de sudor y unos destellos en los platillos terminan por crear un cuadro abstracto.

Blue Giant

A pesar de sus esfuerzos, la cinta no termina de funcionar, porque repite sus metáforas visuales haciendo que pierdan el impacto, y no arriesga lo suficiente dejando que la imagen tome el control absoluto para reinterpretar la música, errores a los que Inu-Oh, en su exuberancia, nunca se enfrentó por su confianza absoluta en romper esquemas.

Si miras el largometraje sin analizarlo demasiado, es muy fácil distraerse y notar que algo no está bien; el uso del CGI se convierte en uno de los factores condicionantes de esta confusión.

Mejores recreaciones en CGI

Las últimas películas animadas de Spider-Man conseguían lucir como un cómic porque su CGI se trabajó de tal manera que imitase la animación tradicional. 

En ella se limitaba el número de fotogramas por segundo a 24, en ocasiones se alargaban las poses doblando los fotogramas, o se recurría al smear frame, un desenfoque de movimiento buscado en la animación bidimensional para imitar la realidad, dibujando ciertas poses intencionalmente borrosas o distorsionadas que ayudaban a reforzar esa idea de acciones dinámicas al ver el metraje seguido.

Blue Giant

Blue Giant no emplea ninguna técnica que camufle el cel-shading en sus protagonistas sobre los escenarios, atreviéndose a mostrarlos desde planos generales hasta planos medios cuando no están integrados de forma óptima, cuentan con movimientos robóticos, y rompen el ritmo de la plástica animación en 2D

Doraemon: El nuevo dinosaurio de Nobita fallaba en este mismo aspecto, pero al menos lo hacía sobre dinosaurios que tenían menos peso narrativo y tiempo en pantalla, del mismo modo que Blue Giant se vale de ello también para crear el agua o ciertos encuadres de instrumentos.

Pero intercalar planos pobres de animación 3D de sus personajes protagonistas con otros en un pulido 2D en mitad de un concierto es una grave elección.

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Hay varios ejemplos de animes construidos al completo en cel-shading que lucen impecables, y de otros que incluyen elementos puntuales casi sin que nos demos cuenta.

Sin embargo, en muchas más ocasiones encontramos una falta de recursos o interés ante el uso de una tecnología cada vez menos nueva, que debería usarse para mejorar tanto los tiempos de producción como la producción en sí misma, pero que acaba por utilizarse sin criterio haciendo que prometedoras apuestas como Blue Giant no despeguen. 

Blue Giant se estrena en los cines españoles de la mano de Selecta Visión el próximo viernes 8 de marzo, mientras que en Japón se estrenó en febrero del año pasado.

VALORACIÓN:

Blue Giant es una carta de amor al jazz, que centra gran parte de sus 120 minutos de metraje en llevarte a otros mundos a través de sus conciertos, pero le falta ir un paso más allá.

LO MEJOR:

Por momentos, los conciertos deslumbran.

LO PEOR:

Le falta riesgo, y trabajo en el CGI.
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