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Crítica de Centauro: otra película de Calparsoro a tope de adrenalina y con personajes de la calle

Centauro

Netflix acoge el estreno de Centauro, la nueva película dirigida por Daniel Calparsoro. Se trata del remake de Burn Out y está disponible desde el 15 de junio.

El prolífico Daniel Calparsoro (El aviso, El silencio de la ciudad blanca, Operación Marea Negra) se ha encargado de Centauro, el remake español de Burn Out, la película dirigida por Yann Gozlan que también tenéis disponible en Netflix.

Ambas cintas son adaptaciones de la novela de Jérémie Guez "Dans les cordes", un autor que también destaca como guionista y se encargó del libreto de películas como Black Box o Hermanos de sangre.

Centauro nos presenta a Rafa, un hombre separado y con un hijo que atraviesa muchas dificultades: tiene que compaginar su trabajo descargando containers en un muelle con el competitivo mundo de las carreras de motos.

Un buen día se le presenta una oportunidad de oro: acceder a una escudería en la cual podría llegar a desarrollar el sueño de su vida pero, de forma paralela, su expareja contrae una deuda con unos narcotraficantes que puede arruinarla para siempre.

Contra las cuerdas y arriesgándolo todo por el camino, Rafa no tiene más remedio que poner al servicio de la organización criminal su talento como motorista sirviendo de correo para saldar las cuentas. Le tocará rendir en las pruebas de selección de día y sortear los controles policiales que le acechan en cada reparto por la noche.

 

Sencillez y los pies en el suelo, aunque las motos vuelen

El argumento de Centauro es sencillo y no precisa de demasiadas florituras para que nos pongamos en la piel de un tipo que está acorralado. Pronto lo vemos tomando decisiones cuestionables para poder estar a la altura de lo que se le exige hasta que tiene que salir por la tangente e improvisar para  romper una dinámica que lo tiene condenado.

Lo que más destaca de la película es su aspecto urbano: desde la dirección hay una firme apuesta por meternos la velocidad en el cuerpo (recordemos que en la filmografía de Calparsoro encontramos pelis como Combustióno Hasta el cielo) con persecuciones vertiginosas, mucho plano nocturno que le saca partido a neones y contraluces y sobre todo toneladas de adrenalina.

No faltan tampoco tomas aéreas de las que nos muestran los nudos de las circunvalaciones, que vienen a ejercer de metáfora del lío en el que se está metiendo Rafa.

Una de las secuencias más inspiradas es una suerte de circuito de motocross improvisado en medio de una revuelta independentista en la que los antidisturbios cargan contra una multitud enardecida. Nuestro protagonista tiene que cruzar una calle atestada de gente en pie de guerra, llamas, barricadas y toda clase de obstáculos.

Mención especial y obligatoria al equipo de especialistas que hacen que todo esto resulte creíble y brillante, con momentos bastante estelares.

Sí que es cierto que la película no busca profundizar en ninguna cuestión social, más allá de la denuncia evidente de las precarias condiciones laborales del protagonista, las desigualdades sociales que hacen que caer en las garras de los narcotraficantes sea relativamente fácil o la falta de escrúpulos de las bandas callejeras.

Todo eso queda expuesto sin moralinas y sin demasiadas complicaciones, casi como un marco para la acción. La clave es todo está ideado desde esa perspectiva: la de la calle, donde se baten el cobre los más humildes tratando de hacer las cosas bien, pero que están tan cerca del abismo que es casi raro no verlos caer en él.

La banda sonora va a acorde con esta idea, con la colaboración de Carlos Jean y algún que otro momento videoclipero.

Centauro
Netflix

Respecto a las interpretaciones, Àlex Monner (La línea invisible) es quien carga con la mayor parte del peso dramático de la película. Begoña Vargas (Bienvenidos a Edén) queda algo desaprovechada en un papel en el que tiene pocas posibilidades de brillar y destacan como secundarios Patricia Vico, Carlos Bardem, Adrián Garín y Édgar Vittorino, a quien recordaréis por su rol en Vis a vis.

Pedro Casablanc, que últimamente es la pimienta de todas las salsas, tiene una brevísima aparición al final de Centauro. Es un actor al que siempre gusta ver en pantalla, así que no nos vamos a quejar por ello.

En suma, es una película que se deja ver, da lo que promete y consigue además dejar hilado un final menos amargo de lo que es habitual en este género.

VALORACIÓN:

Sencilla y eficiente, la película funciona como remake con una ambientación distinta pero similar trama a la original. Calparsoro vuelve a desplegar su capacidad para encandilar al público con un relato en el que se optimizan los recursos.

LO MEJOR:

El ritmo imparable de la narración, las secuencias de persecuciones y el desenlace, más luminoso que en otras ocasiones.

LO PEOR:

Los añadidos superfluos que lastran la historia como el bailecito callejero.
Hobby

70

Bueno

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