Crítica de Godzilla y Kong: El Nuevo Imperio, apoteósica secuela y mutación definitiva del Monsterverse

Godzilla comenzó el Monsterverse hace diez años con la película de Gareth Edwards, estrenada en mayo de 2014. Era una película seria, oscura (en todos los sentidos), realista, que se centraba en los personajes humanos y su reacción ante la aparición de monstruos gigantes.

Godzilla y Kong: El Nuevo Imperio, quinta entrega del Monsterverse de Legendary Pictures, no podía ser más diferente a la de Edwards. ¿Para bien o para mal? Quizás las dos cosas al mismo tiempo, dependiendo a quién preguntes...

Tras dos películas de Godzilla, una de Kong y un crossover (y una serie, Monarch en Apple TV+), el Monsterverse opta por una secuela directa de Godzilla vs. Kong, primera vez que un director repite película, fruto de la confianza de Legendary y Warner con Adam Wingard, que les brindó el primer verdadero éxito post-pandemia en 2021.

• Los humanos
• Los monstruos
• La acción
• La mutación del Monsterverso

Godzilla y Kong: los humanos

A Godzilla y. Kong se le va a poder achacar muchas cosas, pero no se le puede negar una cosa: lo da absolutamente todo. No se deja nada en el asador, haciendo justamente lo que la gente pedía: menos personajes humanos, menos tramas aburridas con personas correteando entre la destrucción, y más protagonismo a los monstruos, tanto en la acción como en la trama. 

Godzilla vs. Kong de 2021 ya marcó el camino para el futuro del Monsterverse, con historias impulsadas inequívocamente por los monstruos. Pero comparada con Godzilla y Kong: El Nuevo Imperio, parecía un ensayo.

Se nota que se han tomado muchas decisiones en función de las críticas de las anteriores películas, empezando por los personajes. Esta quinta entrega del Monsterverse reduce a lo mínimo imprescindible el reparto de actores humanos, y sobre todo, no comete el error de dividirlos en dos grupos y dos subtramas paralelas, que alarguen innecesariamente la película y resten aún más peso a los monstruos.

Casi todos los que están aquí regresan de Godzilla vs. Kong, pero, otra buena decisión: solo han recuperado a los más interesantes. Nada de Millie Bobby Brown, su otro amigo friki, y su padre Kyle Chandler, que ya eran un peso muerto en la anterior película, metidos con calzador por darle algo de continuidad a Godzilla: Rey de los Monstruos: todos fuera.

Sí que vuelve el nominado al Oscar Brian Tyree Henry, de nuevo como alivio cómico, pero esta vez, al no estar relegado a una inaguantable "trama B", resulta mucho más disfrutable y simpático.

Alexander Skarsgård se cae de la anterior película, y le sustituye Dan Stevens en el mismo rol, el protagonista hombre blanco heroico y vacilón. Pero, otra decisión: aquí se le deja en el banquillo como secundario, y curiosamente, proyectando un arquetipo de masculinidad positiva al compartir algunos momentos con Brian Tyree Henry muy tiernos que me pillaron por sorpresa. Es casi anecdótico, pero está ahí.

Por primera vez en el Monsterverse, la cabeza de cartel es una mujer: Rebecca Hall, que vuelve como directora de operaciones de Kong en la Tierra Hueca (o algo así) pero sobre todo como madre de una niña (Kaylee Hottle, que también regresa con solo doce años) última superviviente de la tribu de la isla Calavera, y única capaz de comunicarse con Kong.

De nuevo, como ocurría en Rey de los Monstruos (2019), una relación madre-hija está en el centro del drama humano, pero esta vez el conflicto es más simple y a la vez más potente: la madre sabe que la civilización moderna no es lugar para una niña como ella, ¿pero está dispuesta a renunciar a su propia hija por su bienestar? 

Esto es básicamente toda la "chicha" que encontrarás en las tramas de humanos, ni más, ni menos: no es nada del otro mundo, pero funciona, y las actrices consiguen venderte su relación incluso en las pocas escenas que tienen para desarrollarlo. 

Todas las decisiones de la película relacionadas con los humanos han sido de recortar al máximo personajes que no servían para nada y simplificar todo el conflicto para que se pueda desarrollar con la mayor economía de diálogos y escenas para no robar tiempo a las escenas de monstruos. 

Y funciona. Vale, puede que Kong: La Isla Calavera (2017) demostrara que es posible tener personajes humanos interesantes y divertidos al mismo tiempo que carnaza monstruosa (sobre todo si son con el caché de Brie Larson, Samuel L. Jackson, John Goodman, John C. Reilly o Tom Hiddleston, la única peli del Monsterverse con "superestrellas"). 

GxK podría haberlo intentado, podría haberse esforzado un poco más con los personajes humanos para hacerlos más interesantes en vez de prácticamente renunciar a ellos (lo que no quita que la relación madre-hija no sea interesante) pero si cada vez que lo intentaban son recibidos con crítica de que "los humanos son un rollo"... pues es comprensible esta decisión. ¡Es lo que el público quería!

Godzilla y Kong: Los "mostros"

Cubiertos los personajes humanos, ¿qué es de los monstruos? Pues que, ahora sí, sentimos que son ellos los verdaderos motores de la historia, y no solo invitados que salen de vez en cuando para tener una pelea y persecución y luego seguir con los débiles seres humanos. 

Para ser honestos, las dos últimas películas del Monsterverse de 2019 y 2021 ya les daban mucho más protagonismo, pero es en esta donde, por primera vez, se les suelta de la correa y pueden tener secuencias enteras sin ningún personaje humano de por medio (y por tanto, escenas mudas). Casi recuerda a las películas modernas precuelas de El Planeta de los Simios... porque GxK tiene un claro protagonista.

Y no es Godzilla. Como ya ocurrió en GvsK, el Rey de los Monstruos va a su bola, y en esta sale incluso menos que en la anterior. No es que no tenga suficientes escenas de acción, pero parece más un invitado en una película de Kong que una "buddy movie" entre los dos como llegaron a venderla.

El elenco humano de Godzilla y Kong: El nuevo imperio sabe qué buscan los espectadores: "somos secundarios"

En esta entrega, tras ser claramente vencedor de la pelea epítome de 2021, Godzilla goza de tranquilidad como rey de los monstruos en la superficie de la Tierra, actuando de guardián protector cuando otro monstruo decide pasarse de la raya y destruir ciudades aleatorias. 

Pero una amenaza nueva le motiva a "evolucionar" en un rediseño ya revelado por los trailers, más rosa y rugosa, que a mí personalmente no me apasiona, sobre todo por haber perdido su "barriga".

Sus apariciones son frecuentes y tiene sus propias peleas 1v1 contra monstruos, pero estas son demasiado cortas (también porque el resto de bichos no duran medio asalto contra el Rey) y se sienten como una subtrama paralela dosificada a veces agónicamente mientras se desarrolla la historia de Kong.

Sin ánimo de seguir emborronando esta crítica con mi partidismo de ser #TeamGodzilla, paso ya a hablar de Kong, porque solo tengo cosas buenas que decir de su papel en esta película, donde sale considerablemente más que incluso su cinta de 2017, y cuenta con arco de personaje más elaborado que muchos personajes humanos.

Si algo demostró el genial (pero muy diferente) King Kong de Peter Jackson es que, con buen CGI, los primates pueden ser mucho más que monstruos destructivos: personajes capaces de transmitir muchas emociones complejas con sus expresiones faciales y gestos.

Quedando lejos del CGI ultrarealista de las precuelas modernas del Planeta de los Simios, Kong en esta entrega pega otro subidón de calidad. Como decíamos antes, son frecuentes las secuencias enteras entre Kong (y otros monstruos) sin humanos a la vista: en la práctica, escenas mudas pero capaces de transmitir emociones, desarrollar relaciones entre personajes (monstruos) y avanzar la trama, y mantenerte pegado a la butaca.

Godzilla x Kong: La acción

Entonces, con tantos monstruos, ¿la acción cumple? Sin duda... aunque aquí es donde entramos en lo que quizás sea lo más irregular de la película. Primero, podéis quedaros tranquilos: la película es frenética. 

Tiene más escenas de acción que ninguna película de la saga, pese a que su duración se ha ajustado por debajo de las dos horas. De hecho, perdí la cuenta del número de peleas o persecuciones que hay, entre muchos más monstruos que los anunciados, porque en vez de ser largas secuencias, muchas son escenas cortas, pero repartidas por todo el metraje.

¿Y es eso algo malo? Pues... aquí se me encuentro con un inesperado dilema: la saga ha pasado de resultar aburrida por no tener mucha acción (el Godzilla de Gareth Edwards)... a llegar a ser aburrida por tener demasiada acción.

¿Aburrimiento viendo un combate de pressing catch con monstruos de cien metros destruyendo ciudades? Pues esto depende de lo que cada uno tolere. Yo me considero una persona difícil de saciar (la última de Cazafantasmas me decepcionó precisamente por lo "poca cosa" que es) y aún así con Godzilla vs. Kong acabé algo hastiado.

Quizás hay varios factores que influyen, como algo que ya pensé en Godzilla vs. Kong: se ha ganado en cantidad de acción, pero se ha perdido en virtuosismo: las dos primeras películas de Godzilla de 2014 y 2019 jugaban a "esconder" al monstruo detrás de efectos de humo, lluvia o niebla de colores, o verlos solo parcialmente desde el punto de vista de los humanos a rasa de suelo. 

Y eso me gustaba. Aunque a veces frustraba porque "no se veía nada", jugar a insinuar a los monstruos o revelarlos poco a poco y solo verlos bien en el combate final era un in crescendo que funcionaba.

Aquí, de tanta acción y ruido que hay, cuando llegas al apoteósico final ya sientes que lo has visto todo. Otra cosa que influye en esto es que, tanto por su temática como por su estructura y hasta localizaciones, se siente como un déjà vu de Godzilla vs. Kong. Es mucho más grande, pero ya no sorprende, y la historia es poco original y parecen retales de la anterior.

¿Le ocurrirá eso a todo el mundo? Seguro que no. A algunos fans les encantará este enfoque, porque al fin y al cabo es lo que se le venía pidiendo a esta saga desde el principio: menos titubeos y más carnaza. Otros espectadores, en cambio, quizás no aguanten 20 minutos sin huir despavoridos de la sala. 

Lo que sí podemos decir es que, como vuelva a venir alguien a decir que "solo las películas japonesas de Godzilla son buenas", espero que le caiga un rayo atómico. Sí, es mucho "peor" película que Godzilla Minus One (porque esa, además, era magnífica), pero Godzilla vs. Kong se parece mucho más a la película de kaijus japonesa promedio de los 70 y 90, solo que con presupuesto aparentemente ilimitado.

Godzilla y Kong: El Nuevo Imperio es el Monsterverse mutado en la era Showa de Godzilla

Pese a todas esas dudas o sensaciones encontradas que me genera la película, como decía al principio: no se puede negar que la película lo da todo por entretener: quitando los personajes humanos que estorbaban y poniendo el foco en los monstruos, con tantas peleas que es imposible que ningún fan se sienta defraudado.

Es, eso sí, una mutación total del Monsterverse, que comenzó de forma seria y realista, hacia las películas de la era Showa de Godzilla en los 60 y 70: divertidas y frenéticas, llenas de acción, con los monstruos humanizados, Godzilla en plan salvador, pisoteando cualquier atisbo de verosimilitud y sin complejos, pero tampoco matices.

¡Ah! ¿Os acordáis cuando el tráiler de Spider-Man No Way Home editó un plano borrando digitalmente a un personaje? Godzilla y Kong: El Nuevo Imperio hace lo mismo. No lo vi venir, y me alegró la tarde.