En el verano de 2021 se estrenaba García y García, una comedia que tuvo un resultado modesto en taquilla y críticas bastante despiadadas así que ha sido bastante sorprendente encontrar una secuela en cartelera. 90 minutos en los que se recupera a buena parte del reparto inicial, encabezado por Pepe Viyuela y José Mota así como a secundarios como Antonio Resines o Ricardo Castella.

García y García 2 viene con el título principal de El hotel de los líos y deja atrás la premisa inicial de la confusión de identidades para lanzar un nuevo punto de partida humorístico, que en esta ocasión es más coral y busca acercarse al espíritu de películas como Solo en casa o la reciente Noche de paz... aunque buscando al público familiar y lejos de una excesiva violencia.

Javier García y el otro Javier García se encuentran de casualidad en una subasta en la que uno está entre el público y otro entre el personal de mantenimiento. Por accidente terminan pujando por un destartalado hotel en un pueblo perdido que se deciden a restaurar para abrirlo de nuevo al público.

Sin embargo, se van a encontrar con un montón de problemas. El primero de ellos, sus escasas dotes para los trabajos manuales pero también con una familia de ladrones que han escondido un tesoro entre las paredes de su recién adquirido bien inmueble y unos inquilinos variopintos: una clienta sonámbula, una pareja de pijos y unos niños prodigio con un invento revolucionario.

Así, no solo tendrán que pagar las deudas de las obras sino también lidiar con la alteración del magnetismo, un tesoro camuflado y el miedo a los fenómenos paranormales en un hotel que, según les dicen, está encantado.

Comedia de enredo familiar blanquita e insustancial

Hay muchas ideas en El hotel de los líos y casi todas están desaprovechadas salvo ese talento que parece innato en Viyuela de enredarse con casi cualquier cosa (aquí con una obra de por medio, le sobra el material de trabajo).

El problema, como en la primera entrega, es el tempo interno de la historia, cuyos sketches son sencillos cuando no dan algo de vergüenza ajena. El casting infantil no rebosa espontaneidad, se mantiene en la misma línea que sagas familiares como las de Padre no hay más que uno o A todo tren, cuya estela pretende seguir la película por aquello de que en taquilla funciona.

Lo que está más pulido es, como siempre, el don humorístico de Viyuela como actor físico sobre todo cuando cree encontrar en el hotel una presencia paranormal y no para de gritar como un loco, y una dosis de efectos especiales inusual en una producción española modesta sobre todo en una de las secuencias finales.

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El hotel de los líos (3 imágenes)

Luego encontramos mensajes contradictorios: hay una apuesta por visibilizar a las personas sordas, con un esfuerzo adicional por parte de Paz Padilla por hablar a la vez con palabras y en lenguaje de signos, pero a la vez se hace mofa de un personaje que no ve bien, tipo Rompetechos.

Tampoco es que el comportamiento de los adultos sea ejemplar, así que como recomendación para los peques de casa, hace aguas por varios puntos por más que la aventura en sí tenga su gracia en momentos puntuales. 

En suma, se trata de una propuesta que dista mucho de ser perfecta, ni como comedia de enredos ni como secuela de García y García. No hace falta haberla visto para meterse al cine a ver ésta porque ni siquiera se explotan las divergencias que hay entre dos personajes principales, antagónicos aunque obligados a entenderse por las circunstancias.

Uno sale del cine igual que entró, vamos. Buen emplazamiento de producto el del cómic "Sargento Resines", eso no lo vimos venir.