Con la llegada de la época estival, llegan también las películas que nos recuerdan lo mejor y lo peor del verano.

Santiago Segura no falla a su nueva cita con la audiencia que quedó satisfecha e incluso entusiasmada con sus trabajos previos: las sagas familiares de Padre no hay más que uno y A todo tren. Repite como productor, guionista, director y protagonista.

Apunta a un nuevo éxito de taquilla masivo aprovechando el momento en el que los progenitores buscan títulos compatibles con todos los miembros de la unidad familiar y tienen en la retina películas similares (aunque superiores) como ¡Vaya verano! o El mejor verano de mi vida. Es más, Vacaciones de verano cuenta también con Leo Harlem aunque, esta vez, como coprotagonista.

Él es en esta ocasión el caradura que enseñará a su mejor amigo a improvisar y salirse de los raíles mientras que por el camino tendrá que aprender a valorar a sus hijos y a renunciar a todo por ellos. En suma, es su escudero, un particular Sancho Panza, algo hedonista y desvergonzado además de pícaro y resolutivo... a veces de forma demasiado creativa.

Félix parece vivir en un sueño: junto a su mujer Cristina y su hija Carmen conforman una familia idílicamente feliz y todo le va sobre ruedas. Hasta que ella le comunica que quiere separarse porque lleva tiempo teniendo una aventura.

Poco después es despedido y no le queda más remedio que buscar un trabajo de verano... además de hacerse cargo de su hija mientras su ex se va de viaje con su amante, ya sin tapujos.

Su amigo Óscar es muy distinto a él. Es el clásico padre ausente que no soporta a los niños en general y a los suyos en particular.

Para su desgracia, el único trabajo que consigue para ambos es en un resort veraniego, encargándose de la animación infantil. A la desesperada, deciden llevarse a sus propios hijos y ocultarlos en la zona de empleados del hotel, aunque la gerente no les quita ojo de encima.

Pero su plan pronto hace aguas: los niños asaltan en bufet libre, arman más escándalo de lo previsto y tienen rencillas con el resto de los chiquillos, lo que dinamita sus planes de pasar desapercibidos.

Un cameo cada dos segundos

Es difícil contabilizarlos todos: David Guapo, Monaguillo, Antonio Resines, Soledad Mallol (de Las Virtudes), Florentino Fernández, Santiago Urrialde, Paco Collado (colaborador habitual de José Mota)... hay un verdadero rescate de algunos de los grandes del panorama humorístico nacional, contando también aquí a Patricia Conde (inolvidable su Lady Caña) y a Fernando Gil (Machos alfa).

Marta González de Vega, que ejerce de coguionista como en las dos sagas familiares que nombrábamos al principio en tándem con Segura, interpreta también el papel de la gerente del hotel aunque es Cristina Gallego (colaboradora de Wyoming en El intermedio y doble cómica de Ayuso) quien tiene un papel con algo más de desarrollo en la recta final de la cinta.

¿Y qué hay de los niños? Repiten muchas caras conocidas: Sirena Segura, Javier García y Hugo Simón, a las que se añaden la debutante Daniela Pintado o el refrescante Rodrigo Gibaja al que descubrimos en Voy a pasármelo bien, que sigue gozando de un desparpajo y una elocuencia que le sienta bien a la película.

Por lo demás Vacaciones de verano no es una comedia que busque reinventar la rueda: humor blanco, estructura muy similar a todas las cintas nombradas y mensaje conciliador, sin mayores pretensiones estéticas o argumentales ni grandes alardes interpretativos (esta carencia también se reitera). Se echa en falta algo más de mordacidad y de atrevimiento con los diálogos.

Quienes se sientan cómodos con el tono y el desarrollo habitual, no se van a llevar ninguna sorpresa. Aquellos que estén agotados de la fórmula, se encontrarán con más de lo mismo. Mientras siga concitando el interés del público general, podemos seguir esperando títulos similares cada seis meses. La taquilla manda.