Generalmente, se considera la potencia es sinónimo de mejores gráficos. Y eso es verdad hasta cierto punto. Por supuesto, la mejor tecnología permite crear juegos mundos, personajes, animaciones o efectos de luz mucho más avanzados. Y para demostrarlo, se ha aplicado a juegos de aspecto fotorrealista, en los que cada vez cuesta más distinguir si son imágenes de videojuego o de una película. Al fin y al cabo, ha sido la obsesión del videojuego durante generaciones: gráficos que desafíen la realidad.
Sin embargo, Nintendo hace mucho que abandonó esa carrera. Mientras sus principales competidoras, Sony y Microsoft (por no hablar de los fabricantes de PC) compiten por los "teraflops", Nintendo ha abierto otro camino: consolas menos potentes pero más accesibles, y juegos menos realistas... pero igualmente espectaculares.
Y es que a veces las limitaciones técnicas te obligan a invertir en otros valores, como la imaginación. Nintendo Switch no puede correr cosas como Cyberpunk 2077, pero sí puede correr todos estos juegos, que sorprenden por su apartado artístico y te sorprenden tanto (o más) que cualquiera de los AAA realistas. Y hay que reconocer: algunos son de Nintendo, pero la mayoría son de desarrolladores indies, algunos de estudios raquíticos comparados con cosas como Naughty Dog o CD Projekt RED. Tanto los indies como Nintendo han sabido solventar las limitaciones técnicas... y de qué manera.
GRIS
La obra maestra del estudio español Nomada Studio se lanzó primero en PC y Switch en diciembre de 2018, y revolucionó toda la escena indie (además de ser galardonado en todo el mundo). Jugablemente bebe mucho de clásicos como Limbo, pero artísticamente no tiene igual.
Juegos que imitan pintura y acuarela en movimiento ha habido muchos, pero ninguno con la esquisitez de GRIS. Una experiencia muy breve, pero que debes vivir.
Cuphead
Cuphead, de Studio MDHR y producido por Microsoft (como una de las mejores exclusivas de Xbox One) acabó saliendo también en Switch y PS4. Y cuanta más gente pruebe este juego, mejor.
Parece mentira que fue hace ya seis años, en el E3 de 2014, cuando vimos por primera vez su estilo artístico, que imitaba a la perfección la animación clásica de los años 30. Pero detrás de sus adorables personajes, se encuentra un boss rush en 2D infernalmente difícil... por eso dicen que "no hagas pactos con el diablo". Si es demasiado, también puedes disfrutar de la franquicia en cómics y una serie de Netflix.
The Legend of Zelda Breath of the Wild
El juego insignia de Nintendo Switch, y prácticamente de la compañía entera, no podía faltar en esta lista. A Nintendo le bastó un intento al género del mundo abierto (al menos, tal y como lo conocemos ahora) para revolucionarlo de arriba a abajo.
Es evidente la influencia en este Zelda de juegos como The Witcher 3. Sin embargo, en lugar de intentar hacer un mundo realista (que evidentemente sería menos espectacular que el de CD Projekt RED, como se puede ), Nintendo optó por un estilo cercano al cel-shading, casi un cruce entre Wind Waker y Skyward Sword, pero lleno de pequeños detalles, unos colores de ensueño y un diseño aparentemente sencillo, pero que realza al verdadero protagonista del juego: la naturaleza.
Octopath Traveler
¿Cómo hacer que un JRPG clásico, al estilo de los 16 bits, se vea como un juego moderno? Square Enix acertó de lleno en este juego exclusivo de lanzamiento de Switch, aunque luego se lanzó en PC.
Octopath Travelerbrilla con una estética pixel art que parece salirse de la pantalla y desplegarse ante ti como si de un diorama se tratase (atentos, que la metáfora del diorama saldrá más veces en este reportaje). Todo ello lleno de efectos atmosféricos de primerísimo nivel, y te queda un estilo gráfico único... que volveremos a ver en Bravely Default 2. Y atentos, que parece que Eiyuden Chronicle, el sucesor espiritual de Suikoden, también se apunta a este estilo.
Okami HD
Atentos, que estamos ante un verdadero clásico, y uno de los primeros juegos en aprovecharse de una estética que emulaba el trazo del pincel. Lanzado originalmente en PS2 en 2006, ha acabado saliendo en remasterizaciones para casi todas las consolas, incluida Switch.
Okami, dirigido nada menos que por Hideki Kamiya para Capcom, destaca por sus gráficos cel-shaded, usados para salvar las limitaciones técnicas de la consola (fue uno de los últimos juegos en salir en PS2). Pero también sorprendió por su protagonista, Amaterasu, una loba en una aventura de acción 3D al estilo Zelda (y que se adelantó al Link Lobo de Twilight Princes...).
Firewatch
El juego de Campo Santo, un walking simulator con casi todo el énfasis puesto en lo narrativo y una historia sorprendente, se ambienta en un parque forestal, e interpretamos a un guardabosques que debe vigilar que no se declaren incendios (está basado parcialmente en una serie de incendios que asolaron Yellowstone en 1988).
Firewatch tiene una estética "low poly" muy bella y con un nivel considerable de detalle, común en esta clase de juegos. Pero si por algo destaca son por los colores cálidos, omnipresentes en casi todo el juego.
Blasphemous
Blasphemous es uno de los mejores "metroidvania" que han salido últimamente, y parte de la culpa la tiene su estilo artístico. Gráficamente sigue la línea de juegos similares como Dead Cells, con entornos pixelados llenos de detalles y animaciones deliciosamente fluidas. Pero lo que más sorprendió de esta obra es su estilo artístico, influenciado por el arte reiligioso, la iconografía de la Semana Santa andaluza y obras barrocas de Murillo, Velázquez o Goya.
Puede que el género del metroidvania ya esté un poco trillado, pero juegos como Blasphemous demuestran que aún es posible innovar con estilos artísticos atrevidos (a lo que hay que sumar también una jugabilidad muy sólida).
Yoshi's Crafted World
Los juegos de Yoshi, desde el primer Yoshi's Islandde 1995 para Super Nintendo, se han caracterizado por un estilo artístico muy peculiar: los bellos trazos infantiles del juego de SNES dieron paso a materiales corrientes como la lana y el cartón en Yoshi's Story para Nintendo 64.
Con Yoshi's Woolly World en Wii U y 3DS, y Yoshi's Crafted World en Switch, Good Feel explotó a fondo este idea. Este último convierte a los Yoshis en muñecos de felpa y los pone a corretear en escenarios que parecen maquetas creadas a partir de cajas de cartón, tetra bricks, cubos, pajitas, nubes colgadas de hilos o pegadas con celos... Uno de los juegos más originales visualmente que ha hecho Nintendo.
Spiritfarer
El más reciente de los juegos en esta lista es lo nuevo de Thunder Lotus Games, creadores de Jotun o Severed, y acostumbrados a un estilo basado en el dibujo animado. Sin embargo, Spiritfarer es muy especial por su cambio de género (abandona la acción y el metroidvania por la gestión de recursos) y su historia: un barco en el que viajan las almas en su paso al más allá (como en el mito griego de Caronte).
Todo eso se completa con un diseño de personajes de ensueño, que recuerda al estudio Ghibli, y hace que a pesar de que sus gráficos no sean completamente originales, sí destaque por un imaginario completamente único.
The Legend of Zelda Link's Awakening
Terminamos la lista con otro Zelda... pero es que no podría ser más diferente que Breath of the Wild. Jugablemente, este remake del clásico de Game Boy es muy fiel, pero el lavado de cara es radical. Si antes hablábamos de cómo los juegos de Yoshi emulaban materiales reales y parecían dioramas creados por un niño, lo mismo podemos decir de este remake, que da la sensación de estar mirando una maqueta en movimiento.
Efectos como el desenfoque de los extremos superior e inferior de la pantalla contribuyen a la fantasía de estar mirando un mundo en miniatura, en el que Link es una figurilla de plástico (que hasta refleja la luz en su pelo).
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Y si pensamos en otros juegos como Luigi's Mansion 3, Captain Toad o Kirby y el Pincel del Arco Iris (de Wii U, que emulaba la plastilina) casi parece que la tendencia de Nintendo es replicar los juegos y materiales que disfrutábamos de pequeños... pero en la pantalla de nuestra consola.
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