Solo dos películas de Fast & Furious tratan de lo que se espera realmente de la saga

Corría el año 2001 cuando se estrenó en los cines Fast & Furious (aquí conocida como A todo gas), la película que daría pie a toda una vertiginosa saga de acción con Vin Diesel, Paul Walker y Michelle Rodriguez, entre muchos otros.

La trama arranca con Brian O'Conner, un policía que se infiltra en el mundo de las carreras ilegales para descubrir a una misteriosa banda de delincuentes se dedica a robar camiones en marcha desde vehículos deportivos.

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Pronto Brian conoce a Dominic Toretto, el rey indiscutible en este mundillo y el principal sospechoso de ser el líder de la banda que anda buscando. Sin embargo, todo se complica cuando Brian se enamora de la hermana de Toretto.

Con un total de diez películas más un spin-off y con la siguiente (y en principio última) entrega en camino, la saga poco a poco se ha ido alejando de la premisa original hasta convertise en un despliegue de velocidad y acción con secuencias cada vez más inverosímiles a la par que disfrutonas.

Tal es la cosa que ahora mismo tan solo hay dos películas de Fast & Furious que realmente tratan de lo que se espera realmente de la saga.

A todo gas 2 y A todo gas: Tokyo Race son las únicas entregas que respetan la premisa original de Fast & Furious

Dejando a un lado la cinta original, tan solo sus dos primeras secuelas mantienen el tono que se espera de la franquicia, esto es, las carreras callejeras.

De nuevo con Paul Walker al frente del reparto y esta vez sin la presencia de Vin Diesel, A todo gas 2 arranca con un Brian O'Conner caído en desgracia al ver su lealtad puesta a prueba en su anterior trabajo.

Tiempo después, Brian está en otra ciudad y tiene otra oportunidad ayudando a los federales de Miami a detener a Carter Vellone, un empresario que utiliza su negocio como tapadera para un cartel internacional de blanqueo de dinero.

Lo único que ha sacado en claro Aduanas de Vellone es su relación con las carreras ilegales, de modo que Brian se vuelve a infiltrar en el mundillo para encontrar pruebas sólidas que incriminen al empresario, esta vez acompañado de su amigo de la infancia y antiguo delincuente Roman Pearce, otro adicto de la velocidad.

Por su parte, A todo gas: Tokyo Race es una película independiente (que más adelante conectaría ligeramente con la saga principal) con un nuevo reparto cuya trama sigue a Shaun Boswell, un chaval solitario cuya escasa conexión con el mundo es a través de las carreras ilegales, lo que no le ha convertido en el chico favorito de la policía.

Cuando amenazan con encarcelarle, le mandan fuera del país a pasar una temporada con su padre, un militar destinado en Japón, que vive en un diminuto piso en un barrio barato de Tokio. Allí Boswell se adentra en el salvaje mundo de las carreras de "drift", una peligrosa mezcla de velocidad en pistas con curvas muy cerradas y en zigzag.

Sin duda estas dos entregas son las que mejor tratan la premisa principal de la saga al explorar más a fondo el mundo de las carreras ilegales, algo que no pocos fans han echado en falta en las siguientes películas de Fast & Furious. ¿Te gustaría un reboot de la franquicia que se enfocase más en su premisa principal?