Crítica de Rivales (Challengers), de Luca Guadagnino, adictivo frenesí de tenis y cine con una Zendaya irresistible

El tenis es uno de los deportes más exigentes que existen, tanto para el cuerpo como la mente. Por eso, aunque no hay muchas películas sobre el tenis, acostumbran a ser muy buenas. Match Point, de Woody Allen; Borg vs. McEnroe, de Ronnie Sandahl (2017); El método Williams de Reinaldo Marcus Green, o La batalla de los sexos de Jonathan Dayton y Valerie Faris.

Pero esas películas acostumbran a tener al tenis de fondo, para centrarse en otras cosas: dramas familiares, rivalidades deportivas, historias de amor... 

Rivales, la nueva película de Luca Guadagnino, el director italiano de Call Me by Your Name (2017) y Suspiria (2018), trata de todas esas cosas y más, pero sin relegar los partidos a simples escenas de relleno informativo y sin rehuir del jugosísimo simbolismo pasional y erótico del propio acto de jugar al tenis, en una película irresistible.

Amor, sexo y tenis en la nueva película de Luca Guadagnino

Zendaya, a quien acostumbramos a ver en papeles de estudiante de instituto en las pelis de Marvel o en Euphoria, interpreta aquí a un personaje bastante mayor que la edad real de la actriz, algo que la propia actriz ha agradecido: una exigente entrenadora de tenis y madre treintañera de una niña (a la que, por cierto, le encanta Spider-Man).

Tashi Duncan tuvo una carrera truncada, y ahora es entrenadora de su marido, Art Donaldson (Mike Faist, Riff en West Side Story), un tenista profesional en horas bajas. 

La película arranca en la final de un torneo clasificatorio para el US Open en 2019, pero salta atrás y de nuevo adelante en el tiempo continuamente, durante un periodo de trece años, dosificando poco a poco nueva información que añade más contexto al partido, en el cual, previsiblemente, hay mucho más en juego que un simple trofeo.

En el pasado, Duncan era una de las mayores promesas del tenis universitario cuando conoce a Donaldson y Patrick Zweig (Josh O'Connor, príncipe Carlos en The Crown). 

Dos amigos desde que eran pequeños, casi hermanos, con un vínculo de los que dan envidia, hasta el punto de no sentir celos cuando ambos compiten abiertamente por la misma chica... y ella les sigue el juego.

Pero la vida da muchas vueltas en trece años, e intercalándose entre el presente y el pasado asistimos a los acontecimientos clave que produjeron que esa amistad se convirtiera en un profundo odio. 

Muchas etapas vitales y de madurez diferentes condensados en una sola película y que sus tres intérpretes venden completamente: Zendaya borda por fin un papel protagonista y complejo, y Mike Faist y Josh O'Connor se reivindican como estrellas (no tan jóvenes) a tener muy en cuenta.

Es un triángulo amoroso sobre el deseo sexual pero también la ambición deportiva y vital, mezclados hasta el punto de que resultan indistinguibles, y nunca sabes cuál es la pulsión que motiva las decisiones de los personajes: probablemente, todas a la vez, imposible de explicar en palabras.

Aunque a veces puedas sentir que la historia toma caminos algo predecibles y típicos de películas de triángulos amorosos, la relación entre los tres protagonistas es más compleja de lo que parece, y eso sin ser forzadamente sofisticada ni obtusa como otras películas de Guadagnino, como Cegados por el sol (A Bigger Splash, 2015) o Hasta los huesos (2022).

Podemos verle un cierto sentido trágico: la vida de dos, o tres, almas gemelas, puede truncarse irreparablemente por simples decisiones impulsivas y reacciones ante circunstancias y dilemas imposibles. Una lectura determinista que ayuda a apreciar su final, que quizás "enfade" a algunos espectadores.

Rivales también es la película más accesible de Guadagnino, pero no por ello menos rica: simplemente, opta por un ritmo totalmente diferente a la calma chicha de la que probablemente sea la película del italiano que hayas visto, Call M by Your Name.

Rivales mide bien cómo dosificar la información para maximizar la captación de atención del espectador desde del minuto uno: lanza miguitas de pan que siembran incógnitas que no tardan en ser respondidas, solo para seguir lanzando nuevos estímulos, que te hechizan durante dos horas y diez minutos que se pasan volando.

Si este guion de Justin Kuritzkes se hubiera convertido en miniserie, sería una que no podrías dejar de ver hasta el final, siempre entretenida y adictiva, a veces ambigua pero nunca tramposa.

Así que sí, gran parte del mérito es para Kuritzkes, pero eso no hace menos a Guadagnino, que dirige como dios: calibra todos los aspectos técnicos al 110% (fotografía, montaje, sonido, banda sonora) para elevar una historia atractiva pero que, en otras manos, podría no haber sido sido tan redonda.

Mención especial a Atticus Ross y Trent Reznor, premiados compositores de La Red Social, firman la música tecno que acompaña algunas secuencias de intensidad apabullante, tanto dentro como fuera de la pista.

Sí, hay escenas de sexo, pero no tantas como se venía comentado, y nada explícitas. Son en las escenas de tenis cuando Guadagnino despliega toda la sensualidad de la película: músculos flexionándose en todas partes de cuerpos sudorosos, mientras la cámara se recrea con planos subjetivos, contrapicados, a cámara lenta...

En medio del debate sobre la cantidad de sexo en cine y series, Luca Guadagnino nos regala un match point antológico en Rivales. Y sin miedo de ser "gratuito", con una metáfora visual descaradamente burda... y no lo digo como algo malo.