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Crítica de Spy Kids: El armagedón, el reboot de Robert Rodríguez para Netflix

Spy Kids: El armagedón

Crítica de Spy Kids: El armagedón, el reboot de la saga con el que Robert Rodríguez pretende revitalizar la franquicia en Netflix. 

Existen muchos factores para poder reconocer si una película te gusta o no, y más allá de los obvios, es decir, los estéticos, también cuenta mucho la edad o el momento de tu vida en la que ves por primera vez esa cinta. Yo he de reconocer que fui una de las muchas niñas que adoraban las primeras películas de Spy Kids de Robert Rodríguez

Más allá de que fuesen uno de los títulos más socorridos por los canales en abierto para amenizar las tardes de sábado o domingo, para una niña de 9 años (los que tenía cuando se estrenó la primera Spy Kids) ver a dos hermanos de 13 y 9 años de ascendencia latina convertirse en espías tenía su encanto. 

No obstante, pese a que he intentado ver esta nueva película de Spy Kids: El armagedón, que se estrena en Netflix este 22 de septiembre, con los ojos de un niño que la descubre por primera vez, me ha sido imposible encontrar esos detalles que hicieron que, en su día, la cinta protagonizada por Antonio Banderas me gustara bastante.

Y no por el hecho de comparar las dos versiones, sino porque la nueva Spy Kids se queda constantemente a medio gas y parece haber dejado de lado todo lo que hace especial a Robert Rodríguez como director.

Para un público mucho más infantil 

Desconozco si ha sido una idea del propio Robert Rodríguez o de Netflix, pero es evidente que en esta nueva película se ha reducido bastante tanto la edad de los espectadores a los que va dirigida, como la de los protagonistas. Quizá en un intento para alargar mucho más la saga, ya que en la primera franquicia Alexa PenaVega dejó de ser una "kid" en la tercera película. 

Pues mientras en la primera Spy Kids estrenada en 2001 los dos hermanos estaban entrando en la preadolescencia, en esta nueva película de Netflix, todavía les quedan algunos años. Y eso también se nota en la forma de hacer de la cinta en general. 

netflix

Como en la primera película, en Spy Kids: El armagedón, también hay un villano que utiliza "juegos" para poder hacerse con el control del mundo. No obstante, esta vez no es un programa infantil, sino un videojuego que se apodera de todos los objetos tecnológicos del mundo que has de vencer para poder utilizarlos. 

Una premisa bastante sencilla y en la que dos niños de ahora se pueden lucir bastante con sus habilidades. Sin embargo, en esta nueva película de Spy Kids le falta todos esos toques de Robert Rodríguez que hacían tan interesante la anterior franquicia. 

Pues a diferencia de la primera, en la que los malos eran unas manos gigantes o un villano con varias cabezas, en Spy Kids: El armagedón todo es perfecto, ya que es un mundo de videojuego de fantasía medieval con el que cualquiera podría jugar en la PS4. Los trajes, los escenarios, todo se ha actualizado. 

Ya no hay ese halo de serie B que hacía tan especial a Spy Kids, y a las películas en general de Robert Rodríguez, que por extraño que parezca hacía su mundo más "creíble y accesible" a un niño que veía la película desde su casa. Pues esa actualización también le pasa factura a la historia. 

Spy Kids: El armagedón (2023) (Netflix)

No hay nada de violencia en esta película que, como he dicho está dirigida a un público infantil, pero esta falta de violencia también se ha llevado por delante la acción. No es que sea partidaria de que a los niños se les muestren cabezas cortadas o sangre saliendo a chorros, pero en un mundo de videojuegos en el que hay que pelear contra criaturas para ganar, podría haber algo de acción... 

De hecho, cuando ves Spy Kids: El armagedón te quedas con la sensación de que hay escenas que se han eliminado o cortado cuando no tocaban, pues muchos de los momentos que podrían haber sido los más divertidos, como el entrenamiento de los niños, se quedan constantemente a medias, al igual que los intentos por incluir algo de humor en la cinta. 

Adultos sin carisma 

Pese a que es evidente que los protagonistas de Spy Kids: El armagedón son los dos niños protagonistas, muy bien escogidos, por cierto, los adultos que les acompañan restan más que suman a la cinta. Por mucho que duela decirlo, Zachary Levi y Gina Rodríguez no son Antonio Banderas ni Carla Gugino. 

Su química como matrimonio es casi inexistente, por mucho que ellos insistan en decirse "te quiero" a lo largo de toda la cinta, y su capacidad para pelear como espías tampoco es muy notable. Se nota que no se creen la película que están haciendo y haberle dado el peso de las notas de humor a Levi tampoco ayuda. 

Netflix logo

Todos los actores parecen estancados, como si no supieran muy bien qué están haciendo en la película. Y el caso que más me duele es el de Billy Magnussen, sobre todo porque ya ha demostrado en otras ocasiones lo bien que se le da hacer de malo de la película, como en Aladdín o en Noche de juegos, donde sus interpretaciones son divertidísimas. 

Aquí Magnussen está completamente apagado, quizá porque no entienda exactamente cuál es el fin de su personaje o el de la película. Es decir, ¿un villano que quiere borrar los códigos nucleares de todo el mundo en vez de utilizarlos es realmente tan malo? 

Realmente una oportunidad perdida para hacer una película que sí que atraiga a público infantil y adulto, sobre todo por la química que comparten los dos hermanos, Patty y Tony, cuya relación, además, es realmente bonita ya que no se tratan mal el uno al otro sino que confían y se quieren como hermanos, algo que no se suele ver en el cine. 

Pese a que he intentado ponerme en la mente de un niño, no sé si Spy Kids: El armagedón conseguirá atraer a ese público infantil que tanto ansía para poder seguir creciendo, desde luego en la parte de los adultos está completamente perdido. Qué pena de esta oportunidad perdida para revitalizar esta franquicia. Estreno el 22 de septiembre en Netflix

VALORACIÓN:

Spy Kids: El armagedón no acaba nunca de despegar: hay escenas que parece que están a la mitad, las conversaciones no son divertidas y los momentos de acción se quedan a medio gas. Pese a que es una película dedicada a un público infantil, Robert Rodríguez ha perdido la frescura que sí tuvo en la primera saga de Spy Kids.

LO MEJOR:

La relación de los dos hermanos, pocas veces se ven a dos niños de diferente sexo llevándose tan bien en pantalla.

LO PEOR:

Aunque está dirigida a un público infantil, le falta acción, diálogos elocuentes y parece que hay escenas cortadas a lo largo de toda la película.
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Etiquetas: Netflix