Análisis de Final Fantasy VIII Remastered para Nintendo Switch, PS4, Xbox One y PC - Un clásico imprescindible

No hace falta que os diga lo mucho que amo a Final Fantasy VIII, por muchas y muy variadas razones, tanto personales, como profesionales... o, sencillamente, como jugador. Ya di la chapa sobre ello con motivo del 20 aniversario del juego, a principios de este mismísimo 2019...

Y, aunque pasen los meses, me sigo reafirmando: Final Fantasy VIII fue un título muy valiente, al hacer cosas de manera distinta. Y al preparar este análisis de Final Fantasy VIII Remastered he vuelto a comprobar que sigue siendo una rara avis. Su historia, una de amor como telón de fondo, sus mecánicas, su estilo visual... fue una ruptura con mucho de lo anterior que se había visto en la serie, y a mí me convenció plenamente. Tanto, como para tener un hueco especial en mi corazón y colección.

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No os voy a aburrir con su historia, que nos pone en medio de un conflicto armado en la piel de un cadete que aspira a convertirse en Seed, el equivalente a un soldado, cuyo mundo se ve sacudido con la irrupción en su vida de una lanzada joven... y de una amenaza aún mayor.

Tampoco os voy a hablar ni del diseño de los personajes, los más estilizados hasta entonces en la saga, ni de las mecánicas de juego (combates por turnos sí, pero con sistemas que varían respecto a otros J-RPG), ni de otras tantas cosas. Todo eso, muy probablemente lo conoceréis... porque en 20 años tiempo habéis tenido de jugarlo.

Aquí os voy a dar mi opinión de Final Fantasy VIII Remaster, un título que a pesar de las dificultades, finalmente ha visto la luz, permitiendo así disfrutar de las tres entregas de la serie en 32 bits, es decir, junto a Final Fantasy VII y Final Fantasy IX en una gran variedad de plataformas actuales (PS4, Xbox One, Nintendo Switch y PC).

Vaya por delante, que el contenido del juego es exactamente el mismo, Quitando alguna entrepierna más tapada, la aventura es idéntica, las cartas se ganan y se pierden de la misma manera, los jugadores del Triple Triad están en los mismo lugares que en la versión del juego para PlayStation e incluso los exámenes para subir de rango Seed siguen teniendo las mismas respuestas.

Si lo jugaste en su día, aquí vas a encontrar exactamente lo mismo... pero con una serie de cambios. El primero y, quizá, más agradecido es la inclusión de trucos que, al "hundir" los sticks eliminan de raíz algunos de los problemas que para muchos usuarios suponen volver a enfrentarse a los J-RPG clásicos. Puedes eliminar los combates aleatorios, aumentar la velocidad de juego (el triple de rápido) y activar una suerte de invencibilidad.

Puedes activar los tres al mismo tiempo (aparece un icono a la izquierda de la imagen por cada truco activado), algo que elimina por completo cualquier atisbo de reto o desafío... pero que sin duda hará más llevadero el viaje a algunos jugadores. Por suerte, no tienes por qué activarlos o usarlos nunca, por lo que es una decisión puramente personal, y permite ajustar la experiencia a los gustos de cada tipo de jugador... o sencillamente para "trampear" en algunos de los escollos que puedan presentarse mientras avanzamos, que por supuesto los hay.

Aunque debo admitir que le quita cierto romanticismo y seriedad al juego, jugar con la velocidad triplicada convierte cualquier instante de Final Fantasy VIII Remastered en una suerte de escena de Benny Hill (como podéis ver en el clip que hay justo encima de estas líneas), aunque agiliza los combates, las invocaciones y otros momentos lentos.

Del mismo modo, jugar a esas velocidades vuelve el control algo más impreciso a la hora de, por ejemplo, explorar hasta el último rincón de los entornos o huir del robot en el examen de Seed del comienzo. Lo mismo sucede con ciertos diálogos automáticos, que pasan a la velocidad del rayo y puedes perderte alguna línea, por muy rápido que leas...

Quizá, lo más criticable del Remaster de FFVIII sea su parcela técnica, donde incomprensiblemente da una de cal y una de arena. Allí donde todos los modelos de los personajes han sido rehechos y presentan muchísimo detalle más (es posible hasta verlos pestañear), los escenarios han quedado prácticamente inalterados. Y canta la Traviata desde lejos.

Los combates, por completo en 3D, son mucho más vistosos (efectos, modelos...), aunque las texturas de, por ejemplo, el suelo y algunos objetos poligonales de los entornos resultan demasiado simples y angulosos. Algo similar pasa al salir al mundo exterior y darse un paseo: se nota que es un juego que tiene 20 años.

En cuanto a los fondos fuera de los combates, cuando decimos inalterados es que siguen siendo fondos pre-renderizados, pero en los que no se han modificado la resolución ni realizado prácticamente ningún retoque, más allá de algún tipo de filtro que los vuelve algo más difuminados en muchos casos. Es algo que se nota ya desde los primeros compases de la aventura y que afea el acabado global del juego, ya que deja la sensación de, en cierto modo, ser como un "diorama", en el que un objeto más definido pulula sobre uno más borroso.

Algo que, curiosamente, se mitiga de manera más o menos notable en las transiciones que integran tanto modelos 3DS como escenas CG animadas, como esta que hay justo encima de estas líneas. Una técnica con la que Square empezó a trastear en FFVII, y que mejoró notablemente en FFVIII.

La buena noticia es que, si lo juegas en modo portátil en Nintendo Switch, ese problema se mitiga, ya que no canta tanto en la pantalla de la híbrida. Y dado que es la única versión por ahora en al que puedes hacer eso, con permiso de la futura Smach-Z, para nosotros es la plataforma ideal donde disfrutar de Final Fantasy VIII Remaster.

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Para rematar la "jugada", el juego luce unos generosos márgenes negros en los laterales de la imagen: ni siquiera ha sido adaptado a las actuales pantallas panorámicas, algo que sí se hizo con Final Fantasy X/X-2 o el más reciente Final Fantasy XII, todos ellos analizados en versión Nintendo Switch también. En el margen izquierdo pueden verse rápidamente que trucos tenemos activados (un icono por truco).

¿Merece la pena? Pues depende. Si eres un enamorado de esta entrega, es una compra obligada (19,99 euros en las tiendas digitales, sin edición física a la vista). Es cierto que no es la primera vez que FFVIII se puede jugar en modo portátil (PSP y PS Vita ya lo hicieron), pero sí es la primera vez que se puede jugar en una portátil con esta versión con gráficos mejorados.

Si, por el contrario, eres de los que lo odiabas a finales del siglo pasado, probablemente lo vas a seguir haciendo... Y si llegas a él de nuevas, aun con los defectos señalados, es la mejor versión del juego para descubrir este clásico. Puede que te guste o que te horrorice, pero a muchos de nosotros nos conquistó hace ya 20 años y sigue siendo uno de los mejores J-RPG de la era de los 32 bits, cualidad que no ha perdido con los años.