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Crítica de Creatura - El segundo largo de Elena Martín muestra las consecuencias de la represión del deseo

Creatura

Crítica de Creatura, el segundo largo de Elena Martín Gimeno galardonado como Mejor Película Europea de la Quincena de cineastas del Festival de Cannes. Estreno este 8 de septiembre.

Llega a los cines una película compleja de descifrar aunque franca como ella sola. Creatura es el segundo largometraje de Elena Martín Gimeno, que debutó con Júlia Ist en 2017 y ha trabajado en series de televisión como Vida perfecta o En casa desde entonces.

Esta película se ha alzado como Mejor Película Europea de la Quincena de cineastas del Festival de Cannes, máximo premio que se otorga en esta sección y viene precedida de críticas internacionales que han sabido ver en ella una sensibilidad muy especial hacia la historia que cuenta, además de una entrega absoluta dado que ejerce como guionista (junto a Clara Roquet), directora e intérprete.

Comprender el deseo femenino: el sexo borrado

Habiendo llegado ya a la treintena, Mila decide regresar a su casa familiar para empezar una nueva vida con su pareja, Gerard (Albert Pla). Arrastra ciertos problemas personales que le impiden tener una vida sexual plena y empieza a darse cuenta de que su relación con sus padres siempre ha sido algo fría a nivel físico.

Eso hará que recuerde sus veranos en la playa, cuando tenía quince años y empezaba a experimentar con chicos de su edad o cuando tenía apenas cinco y empezó a sentir deseo por primera vez.

Mila necesita de alguna manera reconciliarse con su pasado, pero sobre todo con la percepción que tiene de su cuerpo y con toda una serie de vivencias que han hecho que no se sienta cómoda consigo misma.

 

La sexualidad femenina es más compleja y menos obvia que la masculina por imperativo físico, pero sobre todo, arrastra un estigma social que hace que sea difícil encontrar relatos que consigan mostrar lo difícil que es, en muchas ocasiones, tener un desarrollo físico-afectivo saludable para el cuerpo y la mente. 

En Creatura, Elena Martín y Clara Roquet se desligan de los habituales traumas asociados al sexo y exploran algo más profundo y soterrado como es, por una parte, la falta de una educación sexual dialogante y sincera: nunca se habla de las cosas por su nombre y aunque no se pretenda hacer daño impera una represión asfixiante.

Y, por otra parte, también se deja ver la falta de libertad de las niñas y chicas adolescentes, que tienen que buscar subterfugios para desatar sus fantasías y satisfacer sus necesidades, no siempre de la manera más segura para ellas mismas. Cualquier tipo de experiencia es, en cualquier caso, tildado de aberrante.

La respuesta a esta inhibición es hasta física: la protagonista tiene una reacción psicosomática, además de pesadillas recurrentes (muy reveladora la de carecer de vulva) y una clara dificultad para relacionarse con su familia y su pareja.

Mención especial a las interpretaciones, sobre todo de la pequeña Mila Borrás, la versión más joven de la protagonista y de Clàudia Dalmau. También Oriol Pla, Claudia Linares y Alex Brendemühl hacen un gran trabajo.

Creatura es, por tanto, una película que trata de poner las cosas en su sitio reconstruyendo varios pasajes de la infancia y juventud de la protagonista que le den una explicación a su situación como adulta. Es preclara en su exposición de motivos, pero no lo es tanto a la hora de llegar a una conclusión para ella.

El mar se revela como metafórica liberación, una espita de descarga, sin embargo, se queda algo corta a la hora de buscar soluciones para un problema tan enquistado y complejo, con derivaciones físicas, psicológicas y emocionales.

Como relato fílmico, eso sí, en Creatura están muy bien escogidos los pasajes relevantes de la vida de una mujer y su importancia en su desarrollo.

Esperemos ser capaces de superarnos con las nuevas generaciones y darles la seguridad, la tranquilidad y las herramientas para conocerse, comprenderse y tener una autoimagen y unas relaciones sociales y sexuales sanas e ir poco a poco derribando tabúes y consolidando nuevas formas, más naturales, de ver ciertas facetas de nuestra intimidad. Películas como ésta ayudan a detectar problemas.

VALORACIÓN:

Guionista, directora y protagonista: Elena Martín pone todo su ser al servicio de una narración en la que se muestran tres periodos clave vitales de la vida de una mujer, marcados por la represión de su deseo sexual y cómo esto marca su relación con su entorno inmediato.

LO MEJOR:

Cómo se cuenta lo que se cuenta. La dirección de actores, sobre todo la pequeña Mila Borrás.

LO PEOR:

Que la película aparentemente no llega a ninguna conclusión para el personaje principal, es más bien una obra expositiva.
Hobby

70

Bueno

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