En el imprevisible mundo de Netflix, que una serie sea capaz de cerrar su narrativa después de 5 temporadas es motivo de alegría. Justo eso es lo que ha pasado con la temporada 5 de (Des)encanto, que acaba de dar carpeta a la historia de Bean, Luci, Elfo y compañía. No sabemos si porque Netflix canceló y tuvieron tiempo de cerrar tramas o porque ese era el plan de verdad...

En cualquier caso, la situación de cliffhanger con la que nos dejó la temporada 4 de la serie (la versión malvada de Bean decapitada y la reina Dagmar tomando el control del reino junto a Satán) se retoma exactamente ahí, para encaminarnos a otros 10 episodios con más subtramas y acción que nunca.

Básicamente, toda la temporada final intenta encarrilar la narrativa de cada uno de los personajes principales hacia un cierre con sentido, algo que funcionar mejor con unos que con otros. El caso de Elfo es quizá el más forzado, mientras que Luci o Zog son los personajes que parecen haber tenido una mejor evolución narrativa.

Bean es más estrella que nunca y, aunque su relación amorosa con la sirena Mora puede parecer un poco edulcorada de más, en realidad es importante para el propio acercamiento a la conclusión y para las propias facetas de acción.

En ello tiene también mucho que ver la mayor presencia de Dagmar, que quizá se convierte en una villana demasiado cliché, pero que ofrece algunos gags graciosos en su relación conyugal de "sargenta" con Satán.

En la temporada 5 de (Des)encanto hay mucha, mucha más pelea y pirotecnia, gracias principalmente a los poderes desarrollados de Bean. Esto, junto a los más trabajados escenarios (sigue siendo una gozada ver los tramos steampunk de Vaporalia) hace que el apartado visual sea el más espectacular que ha ofrecido la serie.

Los momentos cómicos siguen siendo algo irregulares, aunque nos da la sensación de que han conectado más que en temporadas previas o, al menos, el ritmo está mejor medido. Una vez más, son los elfos los que protagonizan los momentos más divertidos (Shocko es lo mejor de la serie y de esa burra no nos bajamos) y es una pena que no se los aproveche más.

El principal potencial desaprovechado es el del humor absurdo, porque cuando se da, brilla muy bien. La propia conclusión de la narrativa de Luci lo muestra, pues suceden cosas realmente "monthypythonianas" para un personaje que aspiraba a ser el nuevo Bender, pero que nunca llegó a cuajar del todo.

En general, vuelve a dar la sensación de que la serie está bien, pero que no acaba de eclosionar del todo, de ser genial tanto en su humor como en su narrativa. Parece notarse cierta prisa en reunir a todo el mundo y llevarlo a un final del camino. Este, si hemos seguido la serie desde el principio, es razonablemente satisfactorio, por otro lado.

Aún así, pasan demasiadas cosas, hay demasiadas tramas buscando su camino, y eso hace que no acabe de estar todo bien combinado. A eso hay que añadir que la serie llega sin un resumen de lo ocurrido hace tanto tiempo (algo de lo que ella misma se ríe, en el estupendo gag recurrente del quejica del pueblo), por lo que habrá quien no sepa conectar todos los nombres.

Por otro lado, su loable enfoque feminista provoca, en nuestra opinión, que algunos personajes pasen de golpe y porrazo a tener una relevancia extraña (especialmente, Fregonela), que parece algo forzada, mientras que todo lo relacionado con Bean sí parece mucho más natural.

Hemos vivido para contarlo

Hay que decir a su favor que la fórmula de episodios de apenas 25 minutos (eso sí, el último sube hasta los 40) hace que se vean casi sin que nos demos cuenta, algo a lo que influye mucho su ritmo tan picado. Por tanto, nunca deja de ser dinámica y entretenida, algo que no todas las comedias pueden decir.

En definitiva, no creemos que la temporada 5 de (Des)encanto se quite el sambenito de ser "la serie más floja de Matt Groening", especialmente después de que el regreso de Futurama a Disney Plus esté dando buenos resultados, pero hay muchos elementos que merecen la pena asistir a su conclusión: hay acción, humor, espectáculo, aventura y caballos de risa histérica. Eso ha de contar.