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El cine de terror religioso sigue presente y es un buen espacio para hablar sobre la mujer

Hermana muerte (2023)

Dentro del terror, el religioso es uno de los géneros más explotados y que más miedo dan, porque en él se nos enfrenta con nuestra realidad a través de curas o demonios.

El terror es un género que conoce múltiples variantes, pero una temática que vuelve una y otra vez a nuestras pantallas es la religiosa, ya sea de forma explícita, como en películas como El exorcista (1973), de William Friedkin, o La monja (2018), de Corin Hardy, que colocan en el foco de la historia a figuras de la iglesia católica.

Como de forma más tangencial, haciendo referencias a sectas o cultos que es fácil asociar con la religión cristiana por su forma de aproximarse a la representación de un grupo organizado con unas creencias propias, como vemos en cintas como Midsommar (2019), de Ari Aster.

O con la simple presencia demoníaca como antítesis de lo divino en largometrajes como Posesión infernal: El despertar (2023), de Lee Cronin, o La bruja (2015), de Robert Eggers.

Las mejores películas de terror de Blumhouse Productions

Pero las películas de terror religioso no siempre se quedan en eso, y utilizan esta imaginería para profundizar en otro tipo de historias, para hablarnos sobre comportamientos que se repiten y miedos que acechan a grupos históricamente oprimidos como la mujer, una fuente original de pecado a la que se ha perseguido con prácticamente cualquier excusa. 

Varias de estas cintas pivotan alrededor de un mismo factor: presentando a la mujer como mártir, haciendo que sea temida, ignorada o insultada, pese a que se haga escudándose en una fuerza maligna para ello.

Mientras que otras, de manera más explícita como Carrie de Brian De Palma, nos enseñaba en 1976 cómo una joven acosada en clase por su timidez y torturada en casa por supuestos pecados sexuales, señalados por una devoción irracional, podía acabar imponiéndose sobre quienes le hacían daño, dando esperanzas para un cine de terror religioso en el que la mujer tenga la última palabra.

¿Por qué nos dan tanto miedo las películas de terror religioso?

Llevamos demasiados siglos de historia conviviendo con una doctrina que apenas evoluciona con el paso de las décadas, con años y años de opresión que en el cine se convierten en un reflejo de nuestros temores más profundos.

No me extraña que este tipo de propuestas se hayan encaminado a explorar narrativas desde un punto de vista más cercano, ya que no se me ocurre nada más aterrador que ver una institución en la que confías volviéndose contra ti, más si cabe cuando hablamos de tener una conexión espiritual tan fuerte con aquello que profesas.

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El Papa ha firmado un documento sobre la dignidad humana en el que aprovechaba para atacar a las mujeres y a las personas trans, cuestionando sus decisiones y su existencia, invitando a que pertenezcan a la iglesia sólo si lo hacen bajo sus preceptos.

El texto reza que “el aborto procurado es la eliminación deliberada y directa, como quiera que se realice, de un ser humano en la fase inicial de su existencia, que va de la concepción al nacimiento”, algo que recuerda a la mítica analogía que suele hacer el Papa Francisco entre una persona que aborta y un “sicario”

La religión y el aborto

Gran parte del cine, aunque no sea de terror, también se ha posicionado en contra del aborto, y a través de películas como La semilla del diablo (1968) de Roman Polanski han enraizado la ideología de que tener al bebé es la única salida posible, por terrible que sea el resultado.

Mientras que otras, de manera más explícita como de su serie Masters of Horror, publicó en 2006 el episodio Pro-Vida, que se desvinculaba de este tipo de finales para ofrecer otro más esperanzador. 

Una vez más, la criatura era demoníaca, pero en aquella ocasión la madre tomaba las riendas de su destino, algo que también ocurría en Red Christmas (2016), de Craig Anderson, aunque con una manifestación diferente.

La religión cristiana ha abogado por la represión femenina y por un conservadurismo extremo que el cine no ha dudado en adaptar de forma macabra, en algunas ocasiones perpetuando los mismos valores, pero en otras ofreciendo un punto de vista diferente, al que también ha ayudado que personas de otros géneros tengan cada vez más voz en la industria. 

Este año, el terror religioso continúa ofreciendo nuevas apuestas, con largometrajes como La primera profecía de Arkasha Stevenson o Immaculate de Michael Mohan, que de nuevo ponen a la mujer como elemento central de la narración para explicarnos, en este caso, sus conflictos dentro del convento, sin que falte tampoco la habitual temática del embarazo.

El exorcista

El aborto, como gran punto de inflexión, siempre ha sido uno de los grandes temas de debate tanto dentro tanto dentro como fuera de la iglesia, pero no parece probable que la ideología católica relativa a ella vaya a cambiar en las próximas décadas, por mucho que el cine siga enseñándonos alternativas. 

Así que estoy convencida de que el terror religioso nos continuará ofreciendo muchas propuestas similares para la gran pantalla en los siguientes años, en las que confío que no deje de haber una evolución.

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