Hay series legendarias que pueden necesitar un lavado de cara a modo de actualización, pero The Office no es una de ellas.
Esta semana pintaba muy bien en sus inicios: el sol brillaba, los pájaros cantaban, los guionistas volvían a entenderse con los estudios y se dejaba caer que The Office tendría un reboot… Espera, ¿qué?
Sí, consolega: En Puck News anticipaban esta semana que Greg Daniels, creador de la versión estadounidense de The Office, espera poner en marcha una suerte de reinicio de la serie una vez se desconvocase la huelga, algo que ya ha ocurrido —aunque todavía tengan que ratificar el acuerdo mediante votación—.
A estas alturas de la vida, tenemos muy interiorizada la idea de que las ideas originales son las gemas más raras que se pueden hallar en Hollywood, donde prefieren hacer 45 versiones de la misma historia antes que darle a la masa gris. Tanto es así que hemos asumido lo de hacer noticias sobre "el remake de tal" o "la nueva versión de cual".
Pero ¿The Office? ¿En serio, señor Daniels? De todas las sitcoms de los últimos 20 años, puede que la versión americana de la serie británica que crearon Ricky Gervais y Stephen Merchant sea la que menos necesite una revisión de cualquier tipo.
Ya no es solo que The Office tenga chorrocientas versiones internacionales, sino que la serie estadounidense terminó en 2013, hace 10 años. Las cosas han cambiado, sí, pero no tanto como para necesitar una nueva versión.
Obsesión con The Office
Claro que no hace falta irse muy lejos para encontrar las señales: Greg Daniels lleva buscando replicar el éxito de The Office desde antes de que terminase la serie original. En 2009 cambió la oficina de una empresa papelera por el departamento de parques de Pawnee con Parks & Recreation.
Esa jugada le salió bien, así que el creador de la versión estadounidense de The Office unió fuerzas con Netflix y recuperó a Steve Carell para mirar a las estrellas y crear Space Force, que es The Office en una base militar —salvando las distancias—.
Todo eso sin mencionar los especiales tanto de The Office como de Parks & Recreation, que no han sido pocos. En ese aspecto, me puede parecer bien e, incluso, lógico, pero el reboot de The Office no.
The Office no necesita ningún reboot
Las nueve temporadas de The Office son, a día de hoy, atemporales. Más allá de la tecnología que nos acompañó entre 2005 y 2013 y algún chiste que pueda herir las sensibilidades más recientes, el humor general funciona igual de bien ahora que cuando estaba en emisión.
Los personajes de The Office se ganaron nuestro corazón en esos 188 episodios con sus alegrías, sus penas y sus amoríos y nos hicieron acompañarlos hacia un final que fue más que satisfactorio. Hasta Steve Carell volvió después de su innecesaria y notable marcha.
Es más, tras la salida de Michael Scott de la oficina de Dunder Mifflin de Scranton, la serie acusó, y mucho, la falta de uno de sus pilares. Ni siquiera los estrambóticos jefes como James Spader lograron eclipsar su legado.
Aun así, ni siquiera un hipotético regreso del personaje de Steve Carell justificaría la necesidad de volver a abrir el melón de The Office. De hecho, retomar a los personajes originales traicionaría, en cierto sentido, el cierre que tuvieron en su momento.
Tampoco sería sensato explorar historias nuevas en el mismo entorno, con el mismo humor, pero un nuevo elenco. Si hace falta un ejemplo práctico, Cómo conocí a tu padre se quedó en el intento de acercarse siquiera a su serie original, Cómo conocí a vuestra madre.
Como digo, hay series que pueden necesitar esos reboot mucho más que The Office: aquellas que son fruto de su tiempo, pero las nuevas audiencias pueden no entender o esas que han envejecido muy malamente. Yo soy feliz con mis reposiciones de la serie y, aunque puede que suene la flauta y todo salga a pedir de Milhouse, las cartas apuntan más en la dirección fatalista.
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