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Crítica de Cómo mandarlo todo a la mierda: un breve drama adolescente con estilo... y lugares comunes

Cómo mandarlo todo a la mierda

Crítica de Cómo mandarlo todo a la mierda, la nueva serie adolescente creada por Jaime Olías y Pablo Sanhermelando que puedes ver de un plumazo en HBO Max.

¿Recordáis Los ricos también lloran? Bueno, ahora tenemos una palada de series que nos recuerdan que los adolescentes sufren y sufren mucho. Esa parte de la vida por la que todos los que somos adultos hemos pasado es de atravesar cambios, tomar decisiones y forjar las relaciones que nos definirán como personas el resto de nuestras vidas y... ¡no es nada fácil!

Muchos de los dramas adolescentes de los que os hablamos, lo han llevado todo al extremo con el consumo de drogas con el que se intentan mitigar los vacíos existenciales, las conductas sexuales extremas, la exploración de la propia identidad, la relación con la tecnología o el trauma sobrevenido por la intervención de todo lo anterior: ahí están Euphoria, Por trece razones o Control Z.

Menos habitual es encontrar registros de comedia en series como Yo nunca o Esta mierda me supera o mezlcas de géneros en los que interviene el terror en plan Yellowjackets, Bienvenidos a Edén o El internado. En clave patria, nos vamos a registros más idealizados como Élite o Merlí, con esta última como exponente de calidad.

Cómo mandarlo todo a la mierda se presenta en un formato muy digestivo: son seis episodios de entre 22 y 17 minutos de duración a lo largo de los cuales se nos presenta a un grupo de jóvenes decidido a dejarlo todo atrás, engañar a sus progenitores y vivir una aventura.

Alba es una joven que lleva apenas tres meses en el instituto y pasa por una situación muy distinta a la de sus compañeros de clase: convive con José Carlos, su hermano, y arrastra una vida bastante complicada puesto que él se dedica a chanchullear y no deja de meterla en líos.

Por eso, cuando se entera de que su viaje de fin de curso se ha cancelado, el mundo se le viene encima. Era su salvoconducto para escapar de casa, lejos de todo y esperar la ansiada llegada de la mayoría de edad, que la desvinculará para siempre de su tutor legal y le permitirá decidir por sí misma al fin.

 

Pronto descubre que un grupo de compañeros ha trazado un plan paralelo: hacerle creer a sus padres que el viaje sigue adelante y fugarse en una furgoneta desastrada con la que recorrer la carretera con sus ahorros. 

Solo hay tres reglas: evitar a toda costa publicar en redes sociales, permanecer en movimiento y tener claro que no hay vuelta atrás, sin dejar a nadie rezagado. Aunque en un principio Alba encuentra cierta reticencia a ser aceptada, sus habilidades para puentear la furgoneta y para salir del paso harán que se integre... más incluso de lo que ella esperaba.

Dicen los creadores de Cómo mandarlo todo a la mierda, Jaime Olías y Pablo Sanhermelando que carece de interés ver cómo los jóvenes de drogan, que no importante es comprender por qué lo hacen y en buena medida la serie indaga en esa búsqueda de la libertad en forma de retrato natural de la juventud y, en concreto, de la llamada Generación Z.

Eso pasa por mostrar lo que nos gusta y lo que no: la música con la que se sienten identificados (preparaos para el machaque de trap), el vocabulario que utilizan (ese spanglish tan característico plagado de "bros", "cash" y "bodies") y claro está, su comportamiento a veces errático, pero también de extrema fidelidad al grupo.

En términos generalesCómo mandarlo todo a la mierda es una serie que busca hacerse invisible dentro delos jóvenes, mostrándolos con transparencia: en este sentido es un retrato bastante honesto que ni busca cebarse en el morbo pero que tampoco rehúye la polémica.

A nivel estilístico es bastante refrescante, con una relación de aspecto casi cuadrada, la búsqueda de la luz natural y moviendo la cámara entre los personajes. En lo que se refiere a la historia en sí, termina metiéndose en algunos charcos que aportan poco. Vamos, que no es una serie que vaya a cambiarle la vida a nadie.

Dicho lo cual, destaca la interpretación de Naira Lleó, a quien ya vimos en la segunda temporada de Hierro y que consigue que nos identifiquemos con su personaje, a pesar de que esté permanentemente a la fuga y tome decisiones muy cuestionables que pueden interpretarse como pequeñas-grandes traiciones. 

VALORACIÓN:

La serie adolescente retrata a la llamada generación Z recalando en todos los tópicos del género: la búsqueda de la libertad, el quiebro a la autoridad de los adultos y los dramas urbanos propios de unos jóvenes en plena escapada.

LO MEJOR:

La frescura de la propuesta y la fotogenia de la protagonista, a través de cuyos ojos vemos toda la historia.

LO PEOR:

Da la sensación de que no es capaz de escapar de los clichés del drama adolescente: hay personajes maniqueos y situaciones forzadas.
Hobby

60

Aceptable

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