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Crítica de El negocio del dolor, otra historia del (corrupto) sueño americano

El negocio del dolor (2023)

Crítica de El negocio del dolor, la nueva película de David Yates protagonizada por Emily Blunt y Chris Evans. 

Todo está a la venta en Estados Unidos, la educación, la sanidad e incluso tu dignidad como paciente terminal de cáncer. Lo hemos visto en series como Medicina Letal, de Netflix, y ahora, en la misma plataforma, David Yates nos propone otro punto de vista, muy parecido, de lo que fue, y sigue siendo, la grave crisis de los opiáceos, en El negocio del dolor.

El temido fentanilo, que ahora es una verdadera epidemia de crear muertos vivientes en Estados Unidos, es uno de los principales componentes de las drogas que se utilizan para calmar el dolor crónico a los enfermos de cáncer, pero su uso indiscriminado por parte de los médicos y las farmacéuticas ha creado una profunda crisis de salud pública por su fuerte adicción.

Aunque la historia que se cuenta en El negocio del dolor no es real, pues sus personajes no existieron como tal, se pueden encontrar muchas similitudes en muchas farmacéuticas que vieron sus beneficios multiplicados por miles a costa de aprovecharse de la adicción de muchas personas que no querían padecer dolor.

Esta cinta de Netflix en España se ha titulado como El negocio del dolor, pero realmente le queda mucho mejor el título original, Pain Hustlers, que se podría traducir como "Estafadores del dolor", una definición mucho más adecuada de lo que hacen los personajes interpretados por Emily Blunt y Chris Evans.

Una historia contada cientos de veces

Pero más allá de las consecuencias reales de lo que se cuenta en El negocio del dolor, hablemos de cómo es esta película de David Yates, al que muchos conocerán por ser el director de las últimas películas de Harry Potter

Y si nos centramos en esto, decir que El negocio del dolor no es una película original, pues cuenta la clásica historia del sueño americano que hemos visto cientos (sino miles) de veces en el cine y la televisión. Una mujer, en este caso, cuya vida es un desastre, pero tiene que sacar adelante a su hija, encuentra un trabajo que le hace rica de repente. 

netflix

Eso sí, este trabajo produce mucho dinero porque no es nada ético, así que en algún momento de la película, el FBI empezará a investigarla y toda la pirámide de dinero y lujo que había construido se acabará desmoronando.

De hecho, los más avispados ya se habrán dado cuenta de que recuerda mucho a la trama de El lobo de Wall Street, lo único que Jordan Belfort comerciaba con acciones y Liza Drake con opiáceos. Y ahí está uno de los problemas de El negocio del dolor, que ni Liza Drake es Jordan Belfort ni David Yates es Martin Scorsese.

Pese a que los lujos y la vida de exceso de la industria farmacéutica no tengan nada que ver con los que se dan los que trabajan en Wall Street, al auge y caída de Liza Drake le falta ritmo, le falta emoción y sobre todo, le falta guion y eso que Emily Blunt está estupenda, como siempre. 

No obstante, la dirección de David Yates con planos abiertos y colores brillantes hace que El negocio del dolor tenga siempre ese halo de parecer una tv-movie antes que una gran producción de Hollywood que se podría ver en pantalla grande. Y sí, está hecha para Netflix, pero eso no ha evitado a otros directores, como el propio Scorsese, a hacer una gran película cinematográfica. 

El negocio del dolor (2023) (Netflix)

Lo mejor: sus actores 

Aun así, El negocio del dolor se salva de que la puedan programar próximamente en las tardes de Antena 3 gracias a su reparto principal plagado de estrellas. En primer lugar, tenemos a Emily Blunt como la madre divorciada que es rescatada de un club de streptease para acabar convirtiéndose en una gran comercial de la venta farmacéutica. 

La actriz británica vuelve a demostrar sus grandes dotes para la interpretación con un personaje que parece importarle más a ella que a su director y que es un lujo ver cuando comparte escena con Chris Evans, en un personaje que sale completamente del esquema en el que se movía el ex Capitán América de Marvel.

La química que existe entre los dos es tan evidente, que no llego a entender muy bien por qué no se ha explotado mucho más a lo largo de la película. Completamente irreconocible, Andy García hace el papel del médico sin escrúpulos, creador de la droga mientras Catherine O'Hara interpreta a la madre del personaje de Emily Blunt.

Y aunque su papel no es gran cosa y siempre aparece como secundaria, siempre es un placer ver de nuevo a la actriz que nos ha regalado tan buenos momentos como Moira Rose en Schitt's Creek y que es completamente icónica por sus papeles en Solo en casa.

Tyler Rake 2

En conclusión, pese a que podría decirse que El negocio del dolor es una de las películas más necesarias en la actualidad para entender la profunda crisis que atraviesa Estados Unidos por el uso indiscriminado de los opiáceos, no es una cinta que te haga pensar, o reflexionar. Ni siquiera es de las que se te queda en la mente después de haberla visto.

Tal como está concebida es perfecta para verla tranquilamente en una tarde de fin de semana o en una noche en la que no se tenga demasiado sueño, para disfrutarla, sin más. El negocio del dolor se estrenó en Netflix el pasado 27 de octubre. 

VALORACIÓN:

Pese a que El negocio del dolor tiene todos los ingredientes para ser una gran película, su ritmo y forma de contar la historia la relega a la categoría de tv-movie. Eso sí, con un reparto lleno de estrellas en el que hay que destacar la maravillosa química entre Emily Blunt y Crhis Evans.

LO MEJOR:

Todos los actores están estupendos, especialmente Emily Blunt y Chris Evans, y la historia ayuda a entender el problema actual del fentanilo.

LO PEOR:

Tiene un aire a tv-movie del que no consigue desprenderse, su intento de emular a El lobo de Wall Street no le ha salido bien al director.
Hobby

65

Aceptable

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Etiquetas: Netflix