Los problemas más comunes que sufren las películas cuando adaptan un videojuego

Muchas sagas de videojuegos son tan populares que los estudios de Hollywood están deseando hacer adaptaciones de ellos para cine (o, últimamente, las plataformas de streaming como Netflix, Amazon Prime Video, HBO Max o Paramount, que necesitan contenido urgente cuanto antes).

Sin embargo, raramente tienen éxito. Super Mario Bros. La Película y The Last of Us son los dos casos más exitosos, ambos de 2023, pero también podemos hablar de Sonic the Hedgehog, Cyberpunk Edgerunners, Arcane: League of Legends o Tomb Raider (la de 2001 con Angelina Jolie) como éxitos moderados.

Casi todas las veces, las adaptaciones de videojuegos se quedan a medio gas: a lo mejor gustan a parte del fandom, a veces son suficientemente taquilleras como para ser rentables, o se convierten con el tiempo en cintas de culto... pero casi siempre hay un pero.

¿Por qué es tan difícil hace adaptaciones exitosas de videojuegos, equilibrar el éxito crítico y recepción de fans? 

En este reportaje, vamos a fijarnos en los problemas más comunes que sufren estas adaptaciones, ya sean películas o series, qué les impiden conseguir sus objetivos... y por qué Fallout de Prime Video los supera todos ellos con éxito rotundo.

No ser fiel a los videojuegos

Durante muchos años, se ha considerado a los videojuegos una forma de expresión menor (por no decir un arte menor, pero claro, ni siquiera eran considerados como tal cosa). 

Por esa razón, se consideraba que sus historias, personajes y mundos son  "impresentables" para el gran público si no es con una reforma de arriba a abajo, hasta el punto de dejarlas casi irreconocibles.

Es el caso, por ejemplo, del Super Mario Bros. del 93, el primer largometraje basado en videojuegos de todo, que tergiversó tanto el mundo de Super Mario que los pocos parecidos eran pura coincidencia, convirtiendo el colorido Reino Champiñón en una distopía urbana steampunk.

Es cierto que podemos concederles algo de cancha: en los 90, cuando se hicieron las primeras películas de videojuegos, la mayoría se basaban en juegos con escasa historia. 

Con Super Mario no había mucha historia ni subtexto del que rascar, así que quizás el error fue plantear una adaptación de un videojuego solo porque el personaje era popular, y pretender hacer con él un sucedáneo de Los Cazafantasmas (1984) o Las Tortugas Ninja (1990) con directores, Annabel Jankel  y Rocky Morton, que ni siquiera estaban familiarizados con el juego de Nintendo.

La gran mayoría de adaptaciones de videojuego posteriores cometieron el mismo error: ser una interpretación muy libre del material original, como si parecerse a un videojuego fuera "malo", con lo que casi desde el principio pones en contra a los fans.

"Una lección importante que he aprendido al adaptar videojuegos es la importancia de comprender el material original y su base de fans. Es crucial capturar la esencia y el espíritu del juego y al mismo tiempo crear una narrativa convincente para la película. Equilibrar las expectativas de los jugadores e introducir nuevos elementos para atraer a una audiencia más amplia requiere un enfoque delicado."

¿Sabéis quién dijo eso? Un tal Uwe Boll en 2023...

Menospreciarse como serie B

La mala fama que granjearon películas como Super Mario Bros., Street Fighter, Mortal Kombat o Tomb Raider de Angelina Jolie hizo que los estudios de Hollywood perdieran la fe en los videojuegos como fuente para películas: iban a ser mal recibidas por la crítica y, probablemente, también por la taquilla.

Por eso, a partir de los 2000 las películas de videojuegos se relegó a la serie B. Con algo de presupuesto estaban las películas de Resident Evil de Paul W.S. Anderson, y alguna con estrellas emergentes como Dwayne Johnson en el DOOM de 2005, o el Hitman de Timothy Oliphant de 2007.

Pero el verdadero "autor" de esta época fue Uwe Boll y sus películas como House of the Dead, Alone in the Dark, BloodRayne, Max Payne, Far Cry... El hecho de que este director alemán, famoso por ser uno de los peores de la historia, pudiera hacerse con los derechos de tantas sagas de videojuegos, para hacer luego películas espantosas, dice más de la industria que de él: simplemente, no había confianza y se desperdiciaban.

Prince of Persia, de Disney, intentó cambiar eso: un reparto de estrellas como Jake Gyllenhaal y Ben Kingsley, la producción de Jerry Bruckheimer (Piratas del Caribe), un presupuesto de casi 200 millones de dólares, y hasta la colaboración del creador original del juego, Jordan Mechner, en el guion.

Aun con sus defectos, Prince of Persia: Las Arenas del Tiempo fue un intento loable mucho más equiparable a las películas más actuales de Sonic, Uncharted, Warcraft o Detective Pikachu que a casi todas las que se hicieron antes.

¿Son buenas películas? Posiblemente no, pero tampoco son malas películas: son entretenidas, se notan hechas con cierto interés por cuidar las fuentes, y más o menos fieles, son en general satisfactorias para los fans, que pueden reconocer su juego, pese a que quizás no les despierte muchas pasiones.

Hacer un isekai para que entre mejor

Paul W.S. Anderson se ganó muchos enemigos con sus seis pelis de Resident Evil, pero fueron taquilleras, así que Capcom le confió también las llaves de su otra saga estrella, Monster Hunter.

Celebrando ahora 20 años, es una de sus sagas con más narrativa emergente: sus juegos no tienen grandes guiones, pero hay muchísimo "lore" en su mundo del que poder sacar historias de fantasía épicas.

¿Pero qué se le ocurrió al bueno de Anderson? Que los protagonistas fueran militares que se trasladan al mundo paralelo de Monster Hunter, luchando con ametralladoras y helicópteros contra Rathalos y Diablos.

Acudir al "isekai", este subgénero popular en la fantasía japonesa en el que un personaje de la Tierra acaba metido en un universo alternativo, es una estrategia habitual para que los espectadores neófitos que no conocen los videojuegos no se pierdan ni se aburran.

Las mucho mejor valoradas películas de Sonic The Hedgehog. Porque sí, estas películas de Sonic son de las mejores películas basadas en videojuego: entretenidas, divertidas para todos los públicos, y tan exitosas que todavía faltan por salir una tercera peli y una serie spin-off de Knuckles.

Pero también comenzaron muy tímidamente al hacer que Sonic se pase al mundo humano, en vez de llevar la película por completo a sus mundos. Claramente, Sonic 2, y por lo que parece Sonic 3, mejoran eso con más personajes.

Abusar del fan service (que es malo "casi" siempre)

El "fan service" se ha vuelto casi una norma en muchas adaptaciones de cómics de superhéroes: pelis como Spider-Man No Way Home (o las animadas), Doctor Strange 2 o Flash, abarrotan sus pelis de guiños nada disimulados no ya a los cómics, sino a otras películas, incluso de otras franquicias, ahora que el multiverso lo justifica todo.

Con las adaptaciones de videojuegos... es curioso que lo habitual sea lo contrario: muchas pelis ni siquiera tienen suficientes elementos reconocibles para los fans: los personajes como Jill o Claire de Resident Evil son muy secundarios.

¿Qué pasó con la fallida película Resident Evil: Welcome to Raccoon City? Que resultó ser tan, tan fiel al videojuego, y calcar tanto los personajes y las ubicaciones de Resident Evil 2 (videojuego)... que acabó siendo aburrida.

Sin embargo, esto no es una ciencia exacta: la nueva película de Super Mario de Illumination es la adaptación más taquillera de todas y casi todos los fans la adoran... pese a que, verdaderamente, no es más que una sucesión de escenas "fan service", con un guion que cabe en una servilleta.

¿Por qué esta película sí ha funcionado? La principal razón es más subjetiva que la simple calidad de la película: el cariño que muchos fans profesan por esa saga de videojuegos, con la que han crecido durante décadas (mucho más establecida que en 1993, cuando el personaje ni siquiera tenía diez años) y que Illumination ha sabido destilar en una, quizás, irregular adaptación, pero que encandila por el fan service.

Pero tampoco temer a la calidad

Relacionado con el punto anterior, vimos que las adaptaciones de videojuegos aprendieron a ser algo más que películas de serie B o películas de acción de bajo presupuesto, para ser blockbusters de pleno derecho, con el mismo cuidado que reciben sagas como las adaptaciones de superhéroes.

Pero tardó todavía mucho más tiempo en que las adaptaciones de videojuegos pudieran llegar a plantearse como algo más, no solo como buenas adaptaciones o películas entretenidas, sino como películas (o miniseries, que es lo que se lleva ahora) de calidad. De "prestigio".

Existe cierto esnobismo al hablar de The Last of Us, tanto de la serie, como del videojuego de 2013, aireado tan a menudo como "la mejor historia jamás contada en un videojuego". Pero también es cierto que algo como la serie de HBO de Craig Mazin no hubiera existido hace unos años. 

Y lo sabemos a ciencia cierta, porque el primer intento de adaptar The Last of Us al cine se anunció en 2014, hace diez años, con Sam Raimi como productor, pero Neil Druckmann acabó desencantado, porque se centraba demasiado en la acción, y hubiera podido acabar como algo más parecido a World War Z que el drama de personajes (con los infectados reducidos a la mínima expresión) de la serie final.

Hablamos de The Last of Us, pero también podría hablar de Arcane, la serie de League of Legends, un juego con algo de mala fama que, de repente, inspiró una incontestable obra maestra en animación, arte y personajes.

O de Death Stranding: la próxima película que Hideo Kojima va a supervisar y que, sorprendentemente, va a estar producida por A24, la productora de cine independiente que provoca auténtico furor entre los círculos "cinéfilos".

Y sí, hablamos también de Fallout, una adaptación que lo tiene todo: es una adaptación muy fiel al material original, inmediatamente reconocible, plagada de guiños para "cafeteros" que demuestran que se ha prestado atención a la fuente, pero capaz también de contar una historia nueva y atractiva para quien no sepa nada de ese universo.